Solitarias
palabras en el bolsillo
Ramón
Moreno Rodríguez*
Si
tratáramos de nombrar los problemas más graves que aquejan a los
redactores bisoños, entre ellos estaría el fenómeno conocido como
“pérdida del sujeto”. Para quien empieza a escribir y se deja
dominar por el impulso, suele sucederle que empieza a atiborrar de
información sus enunciados y ese es el camino propicio para cometer
errores sin cuento. En la medida que las proposiciones se van
alargando línea tras línea, se va cayendo en uno y otro bache y no
se para de cometer gazapos. Se puede empezar por hacer lluvia de
ideas, se sigue con la falta de concordancia, se pasa por la falta de
coherencia lógica, inevitablemente se recala en la pérdida del
sujeto y se va a rematar en algún críptico anacoluto del tipo
“fórmate en la fila”.