Escuchó unos leves toquidos en su puerta, luego la
miró abrirse. El reloj marcaba quince para las doce la noche. Ella entró. Vestía
de negro, medias y estiletos del mismo color. Lucía el pelo suelto, la crencha
amplia indicaba que la juventud había pasado. Él la miró y le sonrió con su
dentadura molacha. Extrajo de una caja dos colmillos de marfil y los empotró
con habilidad en las encías.