Salvador Encarnación
La pérdida electoral de Xóchitl Gálvez no
fue noticia. Desde el inicio la acompañó el tufo de la derrota. Quizá por ahí
unos destellos triunfalistas en los primeros días y no más. Las encuestas
notificaron, a diestra y siniestra, su parálisis política causada por sus
yerros de imagen y comunicación. Veinte puntos, en promedio, la separaron
siempre de la puntera que se agrandaron el 2 de junio a más de treinta y la
dejaron fuera de la silla presidencial. “Paliza” la calificó un comentarista de
televisión.