“En el
instante en que dejé de debatir, pude empezar a ver y sentir. En ese momento,
el Segundo Paso, sutil y gradualmente, empezó a infiltrarse en mi vida. No
puedo fijar ni la ocasión ni el día preciso en que llegué a creer en un Poder
superior a mí mismo, pero sin duda ahora tengo esa creencia. Para llegar a
tenerla, sólo tenía que dejar de luchar y ponerme a practicar el resto del
programa de A.A. con el mayor entusiasmo posible”.