Abel Pérez Zamorano*
Veíamos en ocasión anterior cómo se ha agudizado la dependencia alimentaria, comprometiendo la propia soberanía nacional. Respecto a sus causas, estas son inmediatas y estructurales. Las primeras, más evidentes –y que operan desde el advenimiento del neoliberalismo–, tienen que ver con las políticas agrícolas actuales, que, a juzgar por sus resultados, se revelan de todo punto ineficaces. Se ha pretendido, infructuosamente, resolver el problema de las crecientes importaciones mediante mal aplicados aranceles: “Estos picos [en las importaciones] se alcanzarán a pesar de que México mantiene en vigor un decreto que restringe las compras externas de maíz transgénico y del arancel de 50% sobre las importaciones de maíz blanco […] [aunque] El arancel no se aplica al maíz estadounidense debido a los compromisos de libre mercado existentes bajo el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC)” (El Economista, 2 de octubre de 2023). Pero si de EE. UU. provienen 96% de las importaciones de maíz, y no se puede aplicar el arancel, este resulta inocuo.