Fernando
G. Castolo*
Si algo
evidenció la fortaleza de nuestra Diócesis, en momentos de franca fragilidad,
fue la estoica presencia de esta institución religiosa en los acontecimientos
sísmicos de 1985. La pronta respuesta a los más vulnerables se justificó en la
medida en que el Obispo don Serafín Vázquez Elizalde venía trabajando, desde
hacía tiempo, las llamadas Comunidades Eclesiales de Base (CEB's), herramienta
que le permitió contar con un dominio pleno sobre las franjas o cinturones de
pobreza que cohabitaban en la Ciudad Episcopal.