Fernando
G. Castolo
Después
de Mauro Alfredo Velasco Cisneros, ningún coterráneo se había entregado, más
que a realizar buena literatura, a esparcirla como buena semilla en el valle de
Zapotlán; no, nadie, solamente Vicente Preciado Zacarías. Por eso él representa
al arquetipo de los artesanos de la palabra, aquella con la que es posible
expresar lo ordinario con la belleza de una exquisita joya de filigrana.