El río de la calle queda
desierto un instante.
Luego parece remontar de
sí mismo
deseoso de volver a
empezar.
Queda un momento paralizado,
mudo, anhelante
como el corazón entre dos
espasmos.
Xavier
Villaurrutia
La ciudad ha cambiado tanto desde que vine a ella por vez primera, hace ya
casi cuarenta y cinco años.
De aquel tiempo recuerdo
una noche en especial y un sitio específico: conservo el temor y —como una
pesadilla— el lugar.
La noche era espesa. Y la
calle solitaria.
¿De todo aquello, sólo el viento frío queda?