A Deana Molina
Al
inicio, después de hacer las modificaciones favorables al departamento, para
con ello lograr que la definitiva estancia fuera agradable, no nos percatamos
de su presencia. Fue hasta que una noche, cuando me quedé despierto hasta la
madrugada mirando las luces de la ciudad en la lejanía (se puede ver desde
aquí, inmediatamente del pequeño bosque, un mar luces coronadas por el templo
de la Luz del Mundo), que lo sentí.