I
De
pronto reconocí la elección de una mujer que estaba a mi lado en el Sex Shop,
se trataba de un viejo disco de Mr Bungle, que hacía muy poco había comprado y
su interés me atrajo; entonces la miré: llevaba un traje negro rotundo; vestía
de manera “agresiva”; su fina ropa de piel no era una casualidad, ni su blanco
y bien cuidada cutis: era una mujer de buenos gustos y con todo el dinero para
comprar cualquier cosa.