Clavellina
y Juan de Amores.
Refrán
popular en Zapotlán
Era época
de Navidad y, como a todos los niños, nos habían “engañado” con la llegada del
Niño Dios y Santa Claus. Pero alguna vez —en mil novecientos sesenta y siete—, algo
nos decía que no, que no más no eran ellos quienes traían los regalos; pero
nuestros padres insistían en que sí, que nos fuéramos a dormir porque esa noche
traerían los obsequios y debíamos irnos a acostar porque ya era tarde.
Entonces, mis hermanas y yo, nos fuimos a la cama a esperar. Y nos dormimos,
claro que sí, pero en nuestras mentes una especie de sueño colectivo nos atrajo
hacia la búsqueda de la “verdad”. Entonces, sin conciliar el sueño, escuchamos sus
cuchicheantes voces. Algo decían y paramos las orejas; pero no alcanzamos a
saber lo que decían. Vimos entonces que salían al corral. Y cerramos
aparentemente los ojos.