J. Jesús Juárez Martín
Las
formas de comunicación en los templos se potencian y multiplican en la
intimidad, son lugares propicios a la introspección y meditación. Observar con
detenimiento las caras de los fieles que reflejan fe y esperanza; porque
van atadas en las entrañas de las realidades personales y dolientes de humanos
que buscan en la oración la solución de sus problemas cercanos, porque orar en
esencia es la comunicación directa del yo personal con el principio de
identidad que consideramos divino, es platicar de tú, con Dios, ese Dios que
desconoce el mundo secularizado aunque no lo niegue, pero actúa al margen
de los ordenamientos de conciencia y la materialidad es la que gobierna en las
normas escritas y consensuales.