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viernes, 25 de abril de 2025

Zapotlán, remedios y medicinas

 




Adrián Gil Pérez*


El 21 de abril de 2025, a la edad de 88 años, falleció el Papa Francisco. En esta misma fecha, importantes noticieros de México, como Milenio y Formula Noticias, informaron sobre la muerte de 45 bebés, afectados por la tos ferina, denunciando la falta de la vacuna hexavalente y de otros medicamentos indispensables en el Sistema Mexicano de Salud.




En este contexto, consultando el acervo del semanario “La Unión Católica”, de los años de 1898 a 1902, recuento remedios y medicinas, utilizados en Zapotlán, y recupero noticias relacionadas con el Orfanatorio Josefino, el Hospital San Vicente y la Capilla del Hospital Indígena. También inserto una nota referente al Dr. José de Jesús Gómez considerado, en 1899, como Médico Misionero. La información la presento en orden cronológico, sin comentarios. Al incursionar en la materia, encuentro algunos remedios irracionales, por las sustancias que proponían emplear, por ejemplo: ingerir muriato de hierro para aliviar el catarro. El wampole, ofertado en 1898, continúa siendo utilizado como fortificante. El listado de medicamentos que se ofrecían en la botica de San Señor San José abre amplias posibilidades de estudio para comprender la evolución de la medicina y el uso de medicamentos en la atención clínica; prueba de ello es que en 1898, esta botica contaba con alfol, eucaína y lisol, medicamentos que continúan siendo efectivos, respectivamente, para el tratamiento del déficit de ácido fólico, como anestésico y como desinfectante.






Botica de San Francisco. “Se recomienda la botica de San Francisco, por sus medicinas puras y recientes y por su despacho cuidadoso y esmerado. _Servicio nocturno._ Plaza principal, esquina oriente-sur.” (La Unión Católica, No. 3, Cd. Guzmán, Jal. 27 de febrero de 1898).

Wampole. “Contiene las propiedades reconstituyentes y nutritivas del aceite de hígado de bacalao, sin su nauseabundo sabor y olor y está combinada con hipofosfitos y los extractos de malta y de cerezo silvestre. Tomada antes del alimento mejora el apetito, crea grasa, renueva la vitalidad, enriquece la sangre y cura esas debilidades peculiares al sexo, que son el verdadero origen de su malestar. Es un consuelo para las esposas cansadas, las madres que están criando, y las niñas en su desarrollo. Imparte color a las caras pálidas y robustece los pechos hundidos. En una palabra, nutre y desarrolla todo el cuerpo.” (La Unión Católica, No. 18, Cd. Guzmán, Jal. 12 de junio de 1898).

Escorbuto y mango. “Magnífico depurativo de la sangre, útil contra el escorbuto y la sífilis. Cuando se come en ayunas es eficaz para combatir la raquitis. El cocimiento de la semilla es excelente vermífugo y el cocimiento de sus hojas, aplicado como jumento, borra las manchas que la sangre forma en la piel.” (La Unión Católica, No. 21, Cd. Guzmán, Jal. 3 de julio de 1898).

Caridad en los hospitales. El Pbro. Silviano Carrillo, escribió: “La caridad en los hospitales”. Entre otras cosas, apuntó: “Si el derecho canónico bajo el nombre de hospitales comprende, no únicamente los de enfermos, sino también las hospederías para los peregrinos, los orfanatorios y otras casas de beneficencia, nosotros entendemos ahora por hospital la casa destinada a albergar a los pobres enfermos que allí reciben alimentos, medicinas y cuanto necesitan.” Cuando se refiere a la expulsión de las Hermanas de la Caridad, del territorio de la República Mexicana, ocurrido en 1874, indica corresponder a las señoras de las Conferencias de San Vicente de Paul continuar con la obra benéfica. El Hospital de San Vicente, de Ciudad Guzmán, sostenido por la Conferencia de San Vicente, en julio de 1898, atendía a 16 enfermos. (La Unión Católica, No. 24, Cd. Guzmán, Jal. 24 de julio de 1898).






Borax y caspa. “Uno de los mejores remedios para lavarse la cabeza y quitar la caspa rebelde, es disolver media cucharada de bórax en un litro de agua y aplicarla frotándose bien.” (La Unión Católica, No. 30, Cd. Guzmán, Jal. 4 de septiembre de 1898).

Medicamentos en la Botica de Señor San José. Algunos medicamentos en existencia: Absintina, alfol, aldeida, acetanilida, airol, aristol, canabina (tanato), captol, chinosol, cloralamida, clorodina, diuretina, ergotinina, eucaina, euquinina, estrofantina, ferripirina, hidrastinina, ictiol, lisol, nitrito de arnilo, nosofeno, paraldeida, pelletierina, pilocarpina, protargol, resorcinol, salipirina, salofeno, tanalbina, tanígeno, tanoformo, trinitrina, triopal, tridigestina, urotropina, xeroformo, yodol, etc. (La Unión Católica, No. 31, Cd. Guzmán, Jal. 11 de septiembre de 1898).

Catarro y tintura de muriato de hierro. “Para curar el catarro, la sal y el agua constituyen uno de los remedios más útiles. Échese una cucharada de sal en un vaso de agua y tómese una cucharadita de ésta cada dos horas. Otro remedio excelente para el catarro son 30 gotas de tintura de muriato de hierro en un vaso de agua cada tres o cuatro horas. Todas las preparaciones de hierro en la forma líquida se deben tomar por un tubo de vidrio para que no pongan negra la dentadura”. (La Unión Católica, No. 31, Cd. Guzmán, Jal. 11 de septiembre de 1898).

Capilla del Hospital. “Preocupada se encuentra ahora la sociedad zapotlense por una cuestión cuyos resultados se prevén desagradables. “El Fénix”, en su número último, que fue de veras último porque ya murió, dijo que los indígenas de esta ciudad, en su totalidad, cedieron al Ayuntamiento la capilla del Hospital para crecer la casa en que se halla la Escuela Oficial de niñas. El lunes próximo pasado, por orden de la Jefatura Política o del Presidente del Ayuntamiento, en la madrugada y de una manera cautelosa, echaron fuera las imágenes de los santos a quienes allí se daba culto, trasladándose a la capilla de la Asunción. Luego cerraron las puertas de la calle abrieron un portillo de comunicación en la pared divisoria de la capilla y la escuela. Los indígenas, según parece, no hicieron tal cesión, pues la mayor parte de ellos y los TLAYACANQUIS, que son sus jefes, dolorosamente sorprendidos de aquel procedimiento, se quejaron ante el Gobierno por la vía telegráfica e interpusieron amparo de garantías ante los tribunales federales, manifestándose enteramente decididos a jugar el todo por el todo si su queja no se atiende.// Sin meternos a investigar si hubo efectivamente o no esa cesión de parte de los indígenas, la cuestión es algo más seria de lo que se piensa, pues como quiera que sea, se lastiman los derechos de la Iglesia con esa cesión, si existe, o con ese despojo, si la cesión no se efectúo. (La Unión Católica, No. 48, Cd. Guzmán, Jal. 8 de enero de 1899).





Influenza y canela. “El Dr. J. C. Ross de Manchester, Inglaterra, ha publicado un importante estudio acerca de las epidemias de gripa o influenza en América. // El Dr. J. C. Ross preconiza como remedio infalible para la curación de esa enfermedad, el cocimiento de canela administrado en dosis repetidas, a fin de saturar los tejidos y matar el germen generador de esa fiebre de origen microbiano, pues como se sabe, el principio activo de la canela, es un poderoso microbicida, que, sobre todo en el tifo da muy satisfactorios resultados como desinfectante.// Tan pronto como se experimenten los primeros síntomas de la influenza, o cuando menos dentro de las veinticuatro horas de su aparición, debe tomarse media onza de cocimiento de canela cada media hora, hasta completar seis dosis. // A partir de la última dosis, se tomará en igual cantidad cada hora, durante 24 horas consecutivas. // Después de las veinticuatro horas, las dosis deberán tomarse cada dos horas, hasta que la temperatura sea normal. // Por fin, las dosis deberán administrarse después, cuatro veces al día durante dos días seguidos. // Esta medicación ha sido experimentada con éxito durante más de ocho años y cuando se aplica con oportunidad, es decir, dentro de las primeras veinticuatro horas, da resultados infalibles. // El enfermo no debe salir a la calle en las primeras veinticuatro horas, después de que la temperatura haya recobrado su normalidad, pues la reincidencia del mal es peligrosa.” (La Unión Católica, No. 56, Cd. Guzmán, Jal. 5 de marzo de 1899).

Píldoras anti biliosas del Dr. Enrique Hernández y Ortiz. “Son el remedio más eficaz para curar las afecciones causadas por los derrames biliosos, son el gran remedio para curar el HÍGADO y el ESTOMAGO, avivan el apetito, activan la digestión, reaniman y fortalecen al débil, quitan la diarrea biliosa, el sabor amargo de la boca, el aliento fétido, el estreñimiento crónico, las punzadas biliosas, el dolor de espalda y hombro derecho, el color amarillo de la piel y de los ojos, el insomnio y demás síntomas propios de un estado bilioso.” Se podían solicitar por correo: Dr. Enrique Hernández y Ortiz, apartado postal 513, México, D.F. (La Unión Católica, No. 58 y otros, Cd. Guzmán, Jal. 19 de marzo de 1899).





Quemaduras y sulfato de alúmina. “Échense cuatro onzas de sulfato de alúmina y potasa en dos cuartillos de agua caliente, y guárdese la solución en una o más botellas bien tapadas. En el momento en que cualquier persona se haya quemado, sea con ascua, agua o aceite, se empaparán unos lienzos doblados (para que conserven más humedad) en dicha agua, y se cuidará de renovarlos o volverlos a empapar, cubriendo siempre muy bien toda la parte quemada… J. Isabel Sánchez.” (La Unión Católica, No. 65, Cd. Guzmán, Jal. 7 de mayo de 1899).

Viruela, sulfato de zinc y dedalera. Este remedio se elabora con sulfato de zinc y dedalera, mezclados con agua. Las porciones y procedimiento son: sulfato de zinc, un grano [sic]; dedalera, un grano [sic]; y media cucharadita de agua, para hacer la primera mezcla, luego se agregan dos cucharadas de agua y cuando esté bien hecha la mezcla, se agregan dos onzas de agua. Se toma una cucharada cada hora. (La Unión Católica, No. 69, Cd. Guzmán, Jal. 4 de junio de 1899).

Encías irritadas y glicerina. Para erradicar el mal olor de pies se mezclan dos partes de glicerina y una de alumbre; con la mezcla se frotan los pies al acostarse y en la mañana se lavan con agua tibia. Para los sabañones y callos se aplican lienzos empapados con glicerina. Para la tersura del cutis se aplica glicerina disuelta en agua. Para los paroxismos y ataques epilépticos, se preparan dos cucharadas de glicerina pura, mezclada con leche o con coñac. Para la tisis se mezcla una porción de glicerina y dos de aceite de hígado de bacalao, para tomar una cucharada por la mañana. Para la tos persistente, una cucharada cada que sea necesario. Dos partes de glicerina y dos de alumbre quemado, para hacer una pasta y curar las encías irritadas. (La Unión Católica, No. 72, Cd. Guzmán, Jal. 25 de junio de 1899).





Médico Misionero, José de Jesús Gómez. “No podemos explicar la emoción que experimentamos al leer una carta de nuestro querido y buen amigo el Sr. Pbro. Dr. D. José de Jesús Gómez, quien después de prestar sus servicios a la humanidad aliviando sus dolores físicos se alistó resueltamente en las filas de Jesucristo recibiendo la ordenación sacerdotal para curar las dolencias del alma, y prodigar los consuelos de la religión a los que navegan en este mar de miserias que se llama el mundo. // El estimable Dr. Gómez, apenas recibió el Presbiterado, en unión del no menos virtuoso joven Don Santiago Martínez, alcanzaron ambos el permiso de su Prelado, Ilustrísimo y Reverendo Sr. Dr. D. Atenógenes Silva, para ir a dar una misión y llevar la semilla del evangelio a un punto, quizá el más necesitado de espirituales auxilios, de la Diócesis Colimense. // No han sido estériles los apostólicos trabajos de dichos sacerdotes, a juzgar por la carta que el P. Gómez dirige a uno de nuestros redactores; cuyo texto es el siguiente: // Misión del Sagrado Corazón de Jesús en San Antonio Tupátaro [Jilotlán] junio 28 de 1899. Sr. Lic. D. Ricardo J. Hernández. Zapotlán. Muy estimado amigo: Estando ya en estos rumbos recibí una carta del Administrador de “la Unión Católica”, en la que me remitía unos periódicos para que los repartiera entre algunas personas y diera cuenta de ellas. No lo hice porque ya estaba aquí. En estos puntos, que son una serie de ranchos de distancia en distancia y ninguno formal, el punto más cercano es Jilotlán y aprovecho cada mes que mando un mozo, para escribir a mis amigos; de aquí a Jilotlán hay día y medio de camino. Estoy en este punto como Misionero y durante el tiempo que el Sr. Obispo dure fuera. Estoy contento porque trabajo mucho y con abundante fruto espiritual. Nunca había soñado que es muy bonito decir misa a la sombra de un árbol, teniendo por capilla el universo. Nos concedieron algunos privilegios para la Misión. Entre otros, el de Altar Portátil. Hay 2000 habitantes en estos rumbos y perecían por falta de auxilios, pues pertenecen al curato de Jilotlán que es tan grande como un Obispado y no es posible que los atienda la cabecera por lo lejos.” (La Unión Católica, No. 75, Cd. Guzmán, Jal. 16 de julio de 1899).

El Orfanatorio Josefino. El Sr. Cura Silviano Carrillo escribió: “La Sociedad Católica de Nuestra Señora de los Dolores, al fundar el 7 de noviembre de 1895 el Orfanatorio Josefino, dotó a Zapotlán de una institución digna de su cultura y grandes destinos”. (La Unión Católica, No. 92, Cd. Guzmán, Jal. 12 de noviembre de 1899).

Régimen Lácteo. “Las víctimas del régimen lácteo. Tal es el título de una obra publicada en París por el Dr. Jorge Meumer, y cuyas conclusiones pueden resumirse en lo siguiente: // El niño sólo debe alimentarse de leche y sus preparados, y el adulto sólo debe tomar leche en algunas raras enfermedades perfectamente definidas. // La leche es un alimento y no una bebida, y exige, por consiguiente, un trabajo digestivo que sólo pueden llevar a cabo un estómago y un intestino en buen estado de salud. // La leche no puede ser bebida por los niños, sino mamada, de modo que la saliva pueda empezar en la boca el trabajo de la digestión. // La mayor parte de los medicamentos producen escaso o ningún efecto terapéutico cuando se toma simultáneamente con la leche. // La leche, lejos de ser una panacea universal contra todas las enfermedades, es, en ciertos casos, muy perjudicial, particularmente en las manifestaciones febriles en que la dieta es de rigor. // Importa beber la leche muy lentamente, teniendo cuidado de que haya, entre cada comida de leche, un espacio de tiempo suficiente para la digestión.” (La Unión Católica, No. 117, Cd. Guzmán, Jal. 6 de mayo de 1900).





Quemaduras y ácido pícrico. “Es malo limpiar las quemaduras con cuerpos grasos, incluso hasta los aseos húmedos deben evitarse, cuando no sea necesario…El mejor remedio es una solución acuosa de ácido pícrico al 12 al millar; se envuelve en compresas embebidas en esa solución el lugar quemado, cuando la inmersión es imposible, y después se limpia con borra de seda envuelta en una gasa para que no se pegue. No se deben poner envolturas impermeables, tafetán engomado u otras, que impiden secar y limpiar. Sucede que se cura una quemadura regular con una sola aplicación de ácido pícrico, que se debe tomar la precaución de tener siempre en casa. Cuando no se tiene el ácido pícrico a la mano, se le puede suplir con agua salada. Luego que se quema uno es preciso mojar la parte quemada con agua muy salada. Si se trata de quemaduras en la cara o en otras partes del cuerpo, se ponen compresas de agua salada y se les deja secar, renovándolas dos o tres veces al día, según la importancia de la quemadura. Sólo indicamos este remedio a falta del ácido pícrico, que es el mejor y más seguro.” (La Unión Católica, No. 146, Cd. Guzmán, Jal. 25 de noviembre de 1900).

Blanqueo de rostro y agua balsámica. Se pone a hervir un puño de cebada en suficiente cantidad de agua; luego de que dé el primer hervor se aparta y se le echa agua nueva; cuando ésta haya también hervido, se pasa por un lienzo fino y se le añaden unas gotas de bálsamo de la Meca; se agita la botella muy a menudo hasta que el bálsamo se haya incorporado perfectamente con el agua, lo que se conocerá cuando esté un poco turbia y blanquizca. Esta agua es excelente para blanquear el rostro, y conservarlo fresco y lozano. Con una sola vez que se ponga al día esta agua, usándola por algún tiempo, quita las arrugas y da al cutis un lustre admirable. Antes de servirse de esta agua se tendrá el cuidado de lavar la cara con agua muy limpia y fresca.” (La Unión Católica, No. 163, Cd. Guzmán, Jal. 24 de marzo de 1901).





Oftalmías y chicalote. “El jugo de esta planta cura las oftalmías. La infusión de sus semillas cura la disentería. La tisana hecha con sus flores es remedio pectoral. Las hojas en cataplasma curan los dolores cefalálgicos y la inflamación de los ojos. El cocimiento de su raíz cura las enfermedades cutáneas y cicatriza las úlceras. El aceite que producen sus semillas es purgante y excelente para la fabricación de jabones, bujías y barnices grasos. // Los cuadros de pinturas al óleo se conservan indefinidamente si en ellos se ha pasado el aceite de chicalote. Tal es el que usaban los pintores aztecas.” (La Unión Católica, No. 164, Cd. Guzmán, Jal. 31 de marzo de 1901).

Tisis pulmonar y granadita de China. “La granadita de China (pasiflora) es un remedio eficaz para contener los avances de la tisis pulmonar, según el parecer de algunos prácticos; que el cocimiento de la cáscara cura la tos, el ansia, las indigestiones y la diarrea; que el bejuco rinde un filamento tenaz propio para la fabricación de papel, y que las semillas producen un aceite alimenticio que puede tener útiles y variadas aplicaciones en la medicina, en la industria y en las artes”. (La Unión Católica, No. 164, Cd. Guzmán, Jal. 31 de marzo de 1901).

Rabia por mordedura de perro y sal. El remedio consiste en “disolver una libra de sal común en un litro de agua y después de estrujada la mordedura para arrojar alguna sangre, lavarla durante una hora con dicha solución de sal, pasado cuyo tiempo se pondrá una proporción de sal en polvo sobre la mordedura y se mantendrá ligada por espacio de dos horas.” (La Unión Católica, No. 164, Cd. Guzmán, Jal. 31 de marzo de 1901).





Difteria y serum antidiftérico. Afectó a Ciudad Guzmán, en abril de 1901, causando la muerte de algunos niños. Para prevenir la enfermedad se aplicaba el serum antidiftérico. El semanario “La Unión Católica”, informó sobre el descubrimiento de la vacuna contra la difteria; asimismo, que una peste de viruela asolaba Mérida, Yucatán. (La Unión Católica, No. 166, Cd. Guzmán, Jal. 14 de abril de 1901).

Malestar estomacal y bicarbonato de sosa. “En las acedías y otras afecciones del estómago, uno de los mejores remedios es tomar una corta cantidad de bicarbonato. // En las quemaduras da buen resultado la aplicación del polvo de bicarbonato humedecido, y también en las picaduras de abejas, avispas, hormigas y otros insectos.” (La Unión Católica, No. 193, Cd. Guzmán, Jal. 27 de octubre de 1901).





Píldoras rosadas del Dr. Williams. El periódico “La Unión Católica”, publicitó con frecuencia las píldoras rosadas, con inserciones pagadas. Se les atribuían propiedades para curar el reumatismo, el nerviosismo, parálisis, anemia y para mejorar el sueño y el apetito. (La Unión Católica, Cd. Guzmán, Jal., diferentes fechas de 1898 a 1902).


*Miembro del Capítulo Sur de la BSEEJ. 





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