A
muchos de nosotros nos costaba mucho tiempo ver lo engañados que
estábamos por nuestras volubles emociones. Podíamos verlas
rápidamente en otras personas, pero tardábamos mucho en verlas en
nosotros mismos. Ante todo, era necesario admitir que teníamos
muchos de estos defectos, aunque el hacerlo nos causara mucho dolor y
humillación. En lo que respecta a otra gente, teníamos que eliminar
la palabra “culpa” de nuestro vocabulario y de nuestros
pensamientos.
Cuando yo di mi Cuarto Paso, siguiendo lo
sugerido por el Libro Grande, noté que mi lista de quejas estaba
llena de mis prejuicios y de echar la culpa a otros por no haber
podido triunfar y no aprovechar plenamente mis talentos. También
descubrí que me sentía diferente porque era negro. Según seguía
trabajando en el Paso, me di cuenta de que siempre había bebido para
deshacerme de esos sentimientos. Sólo cuando logré mi sobriedad y
trabajé en mi inventario, pude dejar de echar la culpa a otras
personas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario