Salvador
Mateo
En México, al igual que en otros países
donde predomina el modelo económico neoliberal, la expresión más
brutal del capitalismo, cada vez que se acerca o pasa el Día del
Niño, se dan a conocer cifras y descripciones impactantes sobre la
explotación del trabajo infantil, la falta de oportunidades para
adolescentes y jóvenes, y la situación de pobreza lacerante de sus
familias, que los obliga a abandonar la escuela para trabajar en lo
que sea para contribuir al gasto familiar.
Todo esto es
resultado de la carencia de empleos formales, con salarios dignos y
una verdadera protección social para toda la población
económicamente activa (PEA).
Con datos del Inegi, los diarios
Milenio Jalisco, NTR Guadalajara, entre otros, publicaron en días
recientes notas que están disponibles en sus respectivos portales,
donde informan que en Jalisco trabajan cerca de 182 mil niños y
adolescentes. La baja calidad del empleo en la entidad tiene otra
cara preocupante: 182 mil niños que trabajan, cuyas edades van de
cinco a diecisiete años, y que, de forma preocupante, corresponden
con el abandono escolar que ha registrado la entidad en los últimos
tres años.
Investigadores de la Universidad de Guadalajara
revelan que la mayoría de los menores se emplea para solventar
gastos personales, educativos o apoyar a su familia, pero en
condiciones laborales inadecuadas que afectan su desarrollo. Los
especialistas estiman que los infantes que trabajan en la calle ganan
alrededor de 200 pesos al día.
Los académicos señalan que la
mayoría de los infantes que trabajan se concentra en el Área
Metropolitana de Guadalajara, en el ambulantaje y servicios, aunque
también hay una significativa cantidad de menores empleados en zonas
rurales, más de la mitad dedicada a labores del campo. Ellos
enfrentan condiciones de trabajo más precarias e incluso peligrosas,
lo que impacta negativamente en su salud física y preparación
educativa.
De acuerdo con el Inegi, en Jalisco, el 49 % de la
PEA está empleada en la informalidad, lo que representa una
afectación directa a sus condiciones de vida. Esto es un riesgo
enorme, porque hay una carencia de prestaciones de servicios, como
salud, seguridad social, pensiones, etcétera.
La Encuesta
Nacional de Trabajo Infantil (ENTI) del Inegi revela que el 58.1 % de
los menores empleados en Jalisco son subordinados y remunerados. El
37.4 % de esta población no percibe un salario, el 33.5 % de las
niñas, niños y adolescentes trabajadores dedican entre catorce y 28
horas a la semana al empleo.
El tiempo que dedican a trabajar
lo restan a su descanso, al estudio y a la recreación, lo que tiene
un impacto muy fuerte sobre el nivel educativo, lo que hace que en
las zonas rurales el rezago en educación sea mucho más grave.
El
trabajo infantil es una terrible descomposición social. Pero no
basta con denunciarlo; hay que conocer sus causas para buscar
soluciones de fondo. El empobrecimiento brutal de la inmensa mayoría
de los mexicanos es consecuencia inherente del modelo económico
neoliberal, el cual, al concentrar cada vez más la riqueza en unas
cuantas manos, necesariamente tiene que sumir en la pobreza a
millones de seres humanos.
Por tanto, todas las calamidades
sociales que genera no podrán ser eliminadas mientras este modelo
impere, lo que implica la necesidad de construir un nuevo modelo
económico más justo y mejor, en beneficio de todos.
Pero
poner fin al neoliberalismo no puede hacerlo ni el actual gobierno ni
los anteriores, mucho menos los multimillonarios y sus gobiernos,
pues son ellos los favorecidos por el orden actual, y es ingenuo
pensar que vayan a cambiarlo. La única fuerza capaz de cambiar esta
sociedad es la clase trabajadora, que carece prácticamente de todo,
de medios de producción y no tiene ataduras.
Para cambiar el
modelo económico, se requiere que los trabajadores construyan un
partido de clase, es decir, que sea suyo, permanente y disciplinado,
capaz de tomar bajo su control el poder político de la nación y,
desde allí, tomar medidas económicas y sociales que garanticen los
satisfactores materiales, en cantidad y calidad, a todos los
mexicanos, como salud, educación, entre otros, para que puedan vivir
y desarrollarse como seres humanos saludables y productivos. Sólo
así se podrán acabar con todas las calamidades, entre ellas el
trabajo infantil.
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