lunes, 28 de abril de 2025

Trabajo infantil, terrible descomposición social

 



Salvador Mateo


En México, al igual que en otros países donde predomina el modelo económico neoliberal, la expresión más brutal del capitalismo, cada vez que se acerca o pasa el Día del Niño, se dan a conocer cifras y descripciones impactantes sobre la explotación del trabajo infantil, la falta de oportunidades para adolescentes y jóvenes, y la situación de pobreza lacerante de sus familias, que los obliga a abandonar la escuela para trabajar en lo que sea para contribuir al gasto familiar.



Todo esto es resultado de la carencia de empleos formales, con salarios dignos y una verdadera protección social para toda la población económicamente activa (PEA).

Con datos del Inegi, los diarios Milenio Jalisco, NTR Guadalajara, entre otros, publicaron en días recientes notas que están disponibles en sus respectivos portales, donde informan que en Jalisco trabajan cerca de 182 mil niños y adolescentes. La baja calidad del empleo en la entidad tiene otra cara preocupante: 182 mil niños que trabajan, cuyas edades van de cinco a diecisiete años, y que, de forma preocupante, corresponden con el abandono escolar que ha registrado la entidad en los últimos tres años.

Investigadores de la Universidad de Guadalajara revelan que la mayoría de los menores se emplea para solventar gastos personales, educativos o apoyar a su familia, pero en condiciones laborales inadecuadas que afectan su desarrollo. Los especialistas estiman que los infantes que trabajan en la calle ganan alrededor de 200 pesos al día.

Los académicos señalan que la mayoría de los infantes que trabajan se concentra en el Área Metropolitana de Guadalajara, en el ambulantaje y servicios, aunque también hay una significativa cantidad de menores empleados en zonas rurales, más de la mitad dedicada a labores del campo. Ellos enfrentan condiciones de trabajo más precarias e incluso peligrosas, lo que impacta negativamente en su salud física y preparación educativa.

De acuerdo con el Inegi, en Jalisco, el 49 % de la PEA está empleada en la informalidad, lo que representa una afectación directa a sus condiciones de vida. Esto es un riesgo enorme, porque hay una carencia de prestaciones de servicios, como salud, seguridad social, pensiones, etcétera.





La Encuesta Nacional de Trabajo Infantil (ENTI) del Inegi revela que el 58.1 % de los menores empleados en Jalisco son subordinados y remunerados. El 37.4 % de esta población no percibe un salario, el 33.5 % de las niñas, niños y adolescentes trabajadores dedican entre catorce y 28 horas a la semana al empleo.

El tiempo que dedican a trabajar lo restan a su descanso, al estudio y a la recreación, lo que tiene un impacto muy fuerte sobre el nivel educativo, lo que hace que en las zonas rurales el rezago en educación sea mucho más grave.

El trabajo infantil es una terrible descomposición social. Pero no basta con denunciarlo; hay que conocer sus causas para buscar soluciones de fondo. El empobrecimiento brutal de la inmensa mayoría de los mexicanos es consecuencia inherente del modelo económico neoliberal, el cual, al concentrar cada vez más la riqueza en unas cuantas manos, necesariamente tiene que sumir en la pobreza a millones de seres humanos.





Por tanto, todas las calamidades sociales que genera no podrán ser eliminadas mientras este modelo impere, lo que implica la necesidad de construir un nuevo modelo económico más justo y mejor, en beneficio de todos.

Pero poner fin al neoliberalismo no puede hacerlo ni el actual gobierno ni los anteriores, mucho menos los multimillonarios y sus gobiernos, pues son ellos los favorecidos por el orden actual, y es ingenuo pensar que vayan a cambiarlo. La única fuerza capaz de cambiar esta sociedad es la clase trabajadora, que carece prácticamente de todo, de medios de producción y no tiene ataduras.

Para cambiar el modelo económico, se requiere que los trabajadores construyan un partido de clase, es decir, que sea suyo, permanente y disciplinado, capaz de tomar bajo su control el poder político de la nación y, desde allí, tomar medidas económicas y sociales que garanticen los satisfactores materiales, en cantidad y calidad, a todos los mexicanos, como salud, educación, entre otros, para que puedan vivir y desarrollarse como seres humanos saludables y productivos. Sólo así se podrán acabar con todas las calamidades, entre ellas el trabajo infantil.


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