Pedro Vargas Avalos
Recientemente se han difundido algunos embustes a costillas de
la gran fama -reconocida a los cuatro vientos-, de Jalisco y sus
habitantes. Es lamentable que no solo algunos dizques comentaristas,
se hayan valido de acaecimientos como el reciente sucedido policíaco
de Teuchitlán, sino que también se trae a colación espectáculos
bochornosos y hasta acciones de políticos controversiales, como el
relativo a varios exgobernadores y alcaldes, quienes se destacaron
por sus yerros como autoridad.
Por si lo anterior fuera poco, con días de
distancia, se presentó un programa de corridos musicales, pero no de
los cantos populares y tradicionales que dieron notoriedad a los
jaliscienses, (en actividades como el cine nacional forjaron su época
de oro), sino de esos móndrigos canturreos que se denominan
“corridos tumbados”, los cuales son condenados no porque sean
composiciones artificiosas, sino porque son una especie de apología
de los delincuentes y sus típicos excesos.
Un artículo
publicado hace unos días, menciona: “Paradoja jalisciense. Apenas
el miércoles de la semana pasada, en el mismo auditorio -TelMex en
Zapopan- del concierto de Los Alegres del Barranco, el Gobernador
Pablo Lemus había considerado que con lo del Rancho Izaguirre “era
tiempo de tocar fondo”. Pero -asegura el escrito antedicho-, “El
fin de semana exhibió otra realidad”. Es decir, La proyección de
imágenes del líder -el Mencho- de un grupo del crimen organizado
durante un concierto de la banda sinaloense “Los Alegres del
Barranco”, en un auditorio propiedad de la Universidad de
Guadalajara, no sólo fue apología a la criminalidad, sino
exhibición indolente de autoridades y gentío ante el lamentable
contexto de hechos reprobables suscitados en Jalisco. (Salvador
Guerrero Chiprés, Sin Embargo, 1-04-2025).
Pero lo anterior
no es un evento aislado. Sucede en muchos lugares. En las fiestas
autlenses del carnaval pasado, se registró el caso de que un enviado
del líder del narco en tales zonas, premiara a un jinete y este
emocionado lo agradeció y el público que abarrotaba la plaza, lo
ovacionó. La crónica nos la cuenta el comunicador Alejandro
Domínguez: “En el carnaval de Autlán, Jalisco, hubo polémica por
imágenes alusivas a “El Mencho”; se vendieron prendas con su
caricatura y en un jaripeo dieron 50 mil pesos en nombre de “El
Señor de los Gallos” (alex.dominguezB. Instagram, 4-5-2025). El
colmo es que hasta los vendedores lucían playeras con la imagen del
afamado narco. ¿Y las autoridades? Lo peor de la exhibición de
tales manifestaciones “musicales”, a las que acuden miles de
jóvenes, es que en sus textos se establece que los narcotraficantes
son personajes de fama y dinero, por lo que sus seguidores y oyentes
los pueden adoptar como modelos de triunfo. Los jóvenes suelen
deslumbrarse con la riqueza, el poder y los fáciles modos de vida,
lo cual conforme esos corridos se logran en el ambiente extralegal,
es decir, ilícitamente; pero para el carácter juvenil, eso no es
más que un reto, el cual suelen asumir, auto justificándose en su
mente inexperta, para de esa forma ser inducirlos a esa manera de
encarar la vida, pues para ellos tal senda es un modo normal de
movilidad y superación. Pablo Lemus Navarro, el flamante gobernador
que sucedió a Enrique Alfaro (quien se fue a España, tras entregar
el poder) lamentó el espectáculo presentado en el TelMex por
cultivadores de los corridos tumbados: a través de sus redes
sociales señaló el ejecutivo jalisciense que tras lo ocurrido en el
rancho Izaguirre es ya tiempo de tocar fondo y salir unidos para no
repetir tales tragedias. Luego enfatizó: “Lo visto en el
concierto… va en la dirección opuesta.
Todos tenemos que hacer lo que nos toca para dejar de normalizar la violencia. No debe suceder en éste ni en ningún otro lugar de nuestro estado. En Jalisco estamos trabajando en todos los frentes para combatir cualquier manifestación de este tipo”.
Eso es necesario que todos lo
hagamos. Sería imperdonable para los que nacimos o vivimos en esta
hermosísima Entidad federativa, permitir que esos asuntos, y los
consiguientes infundios y falacias que se difunden, perjudiquen la
estampa singular que Jalisco ha tenido desde tiempos inmemoriales.
Baste recordar que los aires de independencia aquí afloraron
tempranamente con personajes como el sayulense Juan Antonio
Montenegro (1769-1833), quien a fines del siglo XVIII -28 de
septiembre de 1793- planeó la independencia nacional: descubierta su
maquinación fue enjuiciado, encarcelado y desterrado. Después vino
la conspiración del indio Mariano, tramada en Tepic -entonces parte
de lo que hoy es Jalisco, llamada Intendencia de Guadalajara- y con
implicaciones en Colotlán y hasta en la catedral tapatía; fue
descubierta en enero de 1801y sofocada cruelmente por el intendente y
presidente de la Real Audiencia de Guadalajara, José Fernando de
Abascal y Souza, quien tiene calle en la ciudad, no así los
insurrectos. Enseguida en esta urbe tapatía, se procesó al médico
José Ma. Herrera (padre de los ilustres Herrera y Cairo) por sus
ideas libertarias (1809) y se le desterró. Poco antes, el ilustre
jalisciense Francisco Primo de Verdad y Ramos, (1760-1808) dio lustre
a las ideas de soberanía popular en la ciudad de México, a
consecuencia de lo que fue preso y luego asesinado.
En fin,
también anotaremos que la segunda etapa de la guerra de
independencia se llevó a cabo en Guadalajara, donde el padre de la
Patria, D. Miguel Hidalgo y Costilla, estableció el primer gobierno
independiente mexicano, abolió la esclavitud y publicó el primer
periódico libre mexicano, “El Despertador Americano”, el 20 de
diciembre de 1810. Jalisco logró la independencia antes que México
(el 13 de junio de 1821) y fue la cuna de la república federal,
surgiendo como Estado libre y soberano el 16 de junio de 1823, lo que
le ganó el título de “Hermano Mayor de la Federación”. Fue
teatro de la guerra de Reforma, un jurista tapatío creó el juicio
de amparo y el pionero de la revolución fue el esforzado jalisciense
Manuel M. Diéguez. Finalmente, ya asolo mencionaré al talentoso
Luis Manuel Rojas, autor de la ley del municipio libre, diseñador
del proyecto de Constitución federal y presidente del Congreso
Constituyente que la aprobó en 1917.
Con cuanta razón, tras
los tristes eventos antedichos, el ejecutivo estatal ha ordenado el
veto a cualquier presentación pública relacionada con la
Administración estatal que haga apología del delito, precisando que
se debe adoptar “una legislación tanto federal, estatal y
municipal para prohibir este tipo de narcocorridos y de apología del
delito; claro que es posible prohibirlos y todos tenemos que hacer
nuestra parte” (El Universal, 1-04-2025).
Lo anterior es
inaplazable, para evitar que a nuestro bellísimo Estado lo
enturbien. Porque recordemos que, en todos los órdenes, ya
culturales, políticos, jurídicos, periodísticos, artísticos,
musicales, cívicos o de esfuerzos de prosperidad y proyección de
México, Jalisco se ha distinguido estelarmente. Incluso en el mundo
entero, al hablar del país, no puede pasarse por alto el tequila, el
mariachi y las artesanías; o se desea visitar nuestra agraciada
laguna de Chapala, a la espléndida joya del Pacífico que es Puerto
Vallarta o a nuestros emblemáticos pueblos mágicos; admirar la
charrería y asombrarse con los notables lauros de nuestros
deportistas.
Como se expresó el gobernador del Estado la noche
del 3 reciente ante representantes de todas las fuerzas políticas
jaliscienses: “Más allá de las diferencias, nos une una causa
mayor: Jalisco y su gente. Porque cuando se pone por delante el
bienestar de nuestro estado, no hay colores ni divisiones que
valgan”. Es por ello-y muchas cosas más- que debemos reivindicar a
nuestro Jalisco, desvanecer las patrañas que lo puedan manchar y por
lo contrario, engrandecerlo aún más, para que al mismo tiempo que
enorgullece a sus pobladores, fortalezca y exalte a la nación.
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