De
pronto apareció… entre las páginas de un libro. De pronto
apareció entre los innumerables nombres de escritores
jaliscienses. De pronto apareció, ante mí, el nombre que
hacía eco con lo desconocido: Emmanuel Palacios.
Lo descubrí
en la lectura de J. Trinidad Núñez Guzmán, donde da a conocer
algunos detalles como que nació en Tolimán en 1906, en donde nos
comenta sus datos:
“A corta
edad se trasladó con su familia a Guadalajara. En esta ciudad
realiza sus estudios hasta doctorarse en medicina”.1.
También
me contó que desde chico sintió una devoción por la literatura “Es
de los destacados fundadores del “grupo sin número y sin nombre”,
que con éxito ensayó Bandera de Provincias”2
Idem). Pero que se dedicó al trabajo en la burocracia, aunque se
aclara que no era “su pasión”.
Además de los pocos datos
biográficos, donde conocí que nada más tenía un libro de poesía
Vida a muerte. Con estos
pocos datos, pude leer dos poemas “Mediodía” y
“Tríptico”, donde me dejó ver su poesía limpia y fina, fue una
breve idea de este autor de la región sur de Jalisco.
En
el primer poema, me dejó sentir el aire del campo y escuchar el
canto de los pájaros, con un ritmo lento y suave como el viento.
(…)
El
agua apenas mueve
esa tersa lisura que la aquieta
y el
canto de los pájaros se eleva
hasta la luz caliente que la
agobia.
(…) pp 208
El
segundo, comenzó por antojarme la fruta que describe, trayendo
recuerdos de la niñez corriendo por la plaza, haciendo que sus
palabras se sientan en el tacto, tal vez una típica tarde de Tolimán
de su infancia.
1
La tarde
salió a vender
fruta de mayo y septiembre.
La tarde su
fruta grita
por la plazuela celeste.
¡Tarde,
vendedora mala
de fruta tú nunca eres!
Todos los chicos
te compran,
a todo mundo le vendes.
(…) pp 209
… ni tu luz ni tu… tu nombre se volvieron hacer
presentes, fue un encuentro casual, breve, pero de esos encuentros
que te marcan, porque tuvieron que pasar años para poder
reencontrarnos con esas líneas, el libro lo leí en el 2007.
A
pesar de las lecturas y de la búsqueda que he tenido de autores como
Guillermo Jiménez, o doña Refugio Barragán de Toscano, entre
otros, no volví a encontrarme con él.
Después… el
silencio repentino terminó en el 2024, gracias a Pedro
Valderrama que en un primer momento anunció la publicación de su
nuevo libro en redes sociales: Emmanuel Palacios. Obra reunida,
de Keli ediciones 2024, no tardé mucho en comunicarme con él para
preguntarle detalles, y como buen pretexto le ofrecí una entrevista,
no solo era el interés de ayudar a difundir la obra, era mi
curiosidad por reencontrarme con aquel poeta que años antes había
leído, pero que constantemente recordaba.
Ya con la
entrevista realizada, nada más espere el tiempo para poder zacear la
curiosidad, la cual se hizo del rogar. Esta obra de Pedro Vaderrama
fue un trabajo titánico, porque a pesar de las constantes
colaboraciones de Palacios en revistas literarias como: Alcance,
El Sol, Et Caetera, Cuadernos Americanos,
Bandera de Provincias, además de ser amigo de Agustín Yáñez,
en el cual hasta lo acompañó cuando fue gobernador, a pesar de todo
eso, es prácticamente un desconocido, mencionado apenas en
diccionarios o antologías, pero al final del día en el
olvido.
Pedro Valderrama nos comenta: “siempre nos mencionan
a Agustín Yáñez, a lo largo de las investigaciones de Emmanuel
Palacios, siempre fue una figura que trabajó muy cercano a él,
desde las décadas de los veinte, hasta los cincuenta, incluso cuando
este fue gobernador de Jalisco, Palacios estuvo muy cerca de él,
colaboró en proyectos culturales”3 fue diputado local,
en la legislatura XL por el distrito XV, con cabecera en Tamazula,
Jalisco, en el que quedaba comprendido el municipio de Tolimán,
Jalisco, con el periodo comprendido del 1 de febrero de 1953 al 31 de
enero de 19564, esto hace extraño el olvido en el que
cayó, pero también un gran valor al trabajó de reunirlo para
sacarlo de esas sombras.
Es valiosa la aportación que nos
hace Pedro Valderrama, más allá de desempolvar a un escritor, es de
los pocos que reúnen la obra completa -o casi-, de un autor y menos
cuando están inaccesibles recopilar sus publicaciones, trabajos
similares recuerdo de pronto a Emmanuel Caballo o Ernesto Flores,
pero más recientemente a las maestras Sara Velasco y Silvia Quezada
con Rebeca Uribe, y hablando de la región sur de Jalisco están:
Ricardo Sigala con Guillermo Jiménez, Salvador Encarnación con Raúl
Quintero, Carlos Axel Flores Valdovinos con Arturo Rivas Sainz o
Fernando G. Castolo con Franco Beas, por hablar de unos pocos, el
cual continúan alentando el estudio de escritores jaliscienses, que
nos sigan revalorando este trabajo de búsqueda y reconocer nuestro
pasado.
Pero Valderrama se vistió con el traje de
detective, por curiosidad, pasión y mucha paciencia para no dejar
abandonada esta idea, logró recuperar y compartirnos parte de la
obra de Emmanuel Palacios, que dividió en dos partes fundamentales,
su poesía y su prosa, más un extra que son una especie de crítica
a la obra de Palacios, la cual obviamente es escasa y para nada
positiva, porque el propio Emmanuel Carballo, dice “señalaron su
falta de unidad en su obra y, en ocasiones, una escritura anticuada y
en discordia total con la poesía que venía escribiéndose a partir
de la segunda mitad del siglo pasado en México”5.
II.-
EL PALACIO DE LA PROSA
Una, íntima, clara, confesión: aunque es la poesía la
parte más reconocida de Emmanuel Palacios, lo que más me llamó la
atención y me agradó fue su prosa.
Creo que es esencial el
que Pero Valderrama haya no solo encontrado, sino decidido publicar
la parte de la prosa de Palacios, además de dejar ver la
versatilidad del poeta, ya que es la obra menos mencionada, nos deja
ver sus gustos personales, las lecturas y la variedad de temas.
Nos
encontramos ante reseñas de libros, de películas, nos habla de
autores, de la educación, de Bandera de Provincias, y de la
revista Et Caetera y de su amigo de vida: Agustín Yáñez.
La
parte final del libro, nos da algunas comentarios sobre la obra de
Palacios, entre ellas de José Gorostiza y de Raúl Valladares.
Mientras que de su prosa lo hace Bernabé Godoy V.
“(…) el
sello particular de sus escritos en versos es que se interesa en la
literatura jalisciense, la obra de Yáñez y los escritores de su
generación, es un prosista muy íntimo, escribía gran parte de su
obra en esos temas”
, nos dice Pedro Valderrama6.
El
primer texto que encontramos es “El
espectador, de José
Ortega y Gasset”, publicada en 1916, nos hace una reseña y lo que
opina de su lectura. Otra es la de Gilberto Owen Novela
como nube,
un breve escrito en el que juega con la poesía y la metáfora. Luego
le sigueAspectos
de la nueva ideología mexicana,
de Jesús S. Soto, la cual califica como “Libro de bosquejos
incitación a un estudio más serio de nuestros problemas virales”.
Dentro
de sus reseñas, nos regala lo que en su momento no solo leía, sino
he de suponer que le gustaba, como “Vida
de Greta Garbo,
por César Arconada”, editado en 1929, donde comenta:
“Greta
-blanca- que iba poniendo oro en los cabellos y azul en los ojos; que
iba neblinando (sic) su alma; que patinaba y tenía novio. Greta que
hace su primera película, que va a Alemania, que va a Hollywood.
Greta -nórdica- que ama glacialmente, que besa glacialmente.”
Hay
un ensayo sobre su paso y la vida de la revista que realizó con sus
amigos, “Bandera de Provincias”, donde hace un viaje al pasado y
a la nostalgia, donde nos habla del origen de este proyecto, el cómo
dio inicio
en la casa de Agustín Yáñez. Recaba algunos colaboradores y sus
obras, en este largo texto, habla de la relación con Los
Contemporáneos. Cabe destacar que entre sus páginas podemos
encontrar a tres autores zapotlenses, el escritor Guillermo Jiménez,
con una reseña del libro de Lupe Rubín,
que por cierto lo utiliza como prólogo de Ajenjo
y Esmeralda,
editado por hermanos Herrero, en 1929. También algún o algunos
textos de José Rolón y algo de las obras de José Clemente Orozco.
Para finalizar ese texto, nos hace una reflexión sobre lo que
fue esa aventura editorial:
“(…)
sólo posible de haberse realizado razón del dinámico y fecundo
esfuerzo material e intelectual de Agustín Yáñez: su ya madura
experiencia en el periodismo le permitió dar a Bandera -de
Provincias- la agilidad y el nuevo espíritu que ninguna revista
literaria anterior había tenido Jalisco; por crecido vigor
intelectual, darle el gran aliento cultural y el sentido de
mexicanidad y universal que la distigue siempre: fincar las raíces
en el entrañable suelo y mover las ramas más altas los vientos que
llegaban desde todos los rumbos de la milenaria tradición en cuyo
crece estamos situados: provincia pero también ecuménica, Jano
bifronte, con la mirada hacía Quetzalcóatl y hacía la Minerva
“armada de todas armas”.
Nos habla de los 25 años de Et Caetera, revista
fundada por Adalberto Navarro Sánchez, de la cual menciona: “un
suceso cuya significación, de suyo eminente, sobre pasa su
naturaleza estrictamente cultural para constituirse en un
acontecimiento sin precedente por sus repercusiones intrínsecas de
desinteresado y ejemplar esfuerzo,”.
En el escrito de
“Mariano Azuela. Un testimonio literario” de 1952, hace un
análisis de toda la obra, muy al estilo de José Luis Martínez con
“La obra de Mariano Azuela”, publicado originalmente en 1952, en
donde ambos dan su opinión en torno al lenguaje y la estructura de
Los de Abajo, dejaré una
muestra de ambos comentarios, para darnos una idea de la opinión que
vierten sobre la misma novela:
“
(…) se sirve con eficacia de varios registros de lenguaje el del
narrador, neutro e impasible aunque con toques de entusiasmo lírico
en las descripciones de la naturaleza, y el de cada uno de sus
personajes, según su índole y procedencia.”7
Mientras
que Emmanuel Palacios nos comenta del lenguaje y la estructura usado
en esta novela, que es muy particular, dejándose ver que era un
lector analítico, ya que los comentarios tienen cierta diferencia de
los que hace José Luis Martínez:
“(…)
no sigue el corte tradicional de la novela. Esta obra no es escrita
con un “temple de ánimo” sereno. Aquí el autor está arrebatado
por su tema. Aun lo vive intensamente y por ello no sigue los
lineamientos normales y típicos de una ficción novelada”.
En otra colaboración, nos habla de la publicación de los “escritos
políticos del poeta zacatecano Ramón López Velarde”, nos comenta
que en este libro se recuperaron de los periódicos, estas opiniones
de sucesos nacionales, “traducen en último término, sólo la
nostalgia de la dorada vida de su niñez y de su infancia”, hace
énfasis que lo mejor de él están en su poesía. Extrañamente no
habla del nombre del libro ni de la autora, pero se refiere a Elena
Molina Ortega con el libro Ramón López Velarde. Prosa política,
la cual “reunió por primera vez en volumen en el año de1953,
después de investigarla con laboriosa paciencia en archivos
hemerotecas”, esto nos lo explica Juan José Arreola8.
Decía
desde el principio que Agustín Yáñez era su amigo de vida, aunque
en varios momentos de su prosa está presente, es en tres artículos
que se enfoca a él, el primero “Meditación sobre el alma
indígena”, luego una nota por el discurso de su amigo en su
recepción a la Academia Mexicana de la Lengua, donde menciona:
“Culminación de una larga carrera de escritor, la entrada de
Agustín Yáñez en aquel docto organismo marca el reconocimiento por
el cónclave más representativo de las letras nacionales”.
Y
para terminar, un escrito emotivo, lleno de recuerdos a los setenta
años de Yáñez, donde se enfoca el recuerdo de los tres amigos que
iniciaron este camino de las letras, el cual la vida truncó a
Alfonso Gutiérrez de Hermosillo, de esas caminatas que hacían
juntos, y trae a colación un recuerdo de juventud.
III.-
PALACIOS HECHO POESÍA
...sabes
que la poesía es inteligible… y en a parte final del libro,
nos da algunas reseñas sobre la obra de Palacios, entre ellas de
José Gorostiza, quien comenta al respecto de la poesía de Emmanuel
Palacios, donde dice no recordar cuando lo conoció, pero comenta
sobre algunos poemas, esto publicado en 1930:
“Parece
que Palacios sabe que el buen poeta necesita recorrer toda la poesía
para llega a su poesía. No es hombre de atajos. Por eso, junto con
la aparición de Campo,
he querido señalar la de este fino poeta que será, con sólo
quererlo, un excelente poeta de mañana”.
La
crítica es poca sobre su poesía, y es menos que alentadora, es un
poeta de buen ritmo e imágenes claras, que se fue moviendo con
diferentes estilos dependiendo la época y de su vida, con algunos
juegos, diversos temas, aprovechando los paisajes y los lugares donde
se encontraba.
Autor de una obra discreta, demasiado diría yo,
publicando en diversas revistas, pero de manera ocasional, nada más
pudo o quiso hacer un libro, a pesar de publicar muy joven, algunos
consideran que nunca pasó de ser una promesa.
Hay una especie
de confesión sobre qué es la poesía para Palacios, para ver su
visión:
“La actitud del poeta
en el acto creador es una aleación de ingredientes purísimos. Es
efusión, transporte inefable, desbordamiento, vertedura y
aniquilamiento de sí en las cosas. Es el más puro amor.”
Canto a la ausencia tuya, para
que el tiempo del olvido,
no llegue nunca más a tu inasible imagen,
y que el sonido de tu poesía permanezca presente y no en el
tiempo del olvido…
BIBLIOGRAFÍA
1.-
Núñez Guzmán, J. Trinidad, Selecciones literarias y bosquejos
bibliográficos de autores jaliscienses. Amate
Editorial, 2006, página 208.
2.- Idem.
3.- Diario
El Volcán, Reúnen la obra de Emmanuel Palacios, 04 de
julio de 2024,
https://www.diarioelvolcan.com/2024/07/reunen-obra-de-emmanuel-palacios.html#more
4.-
Guzmán Mora, José de Jesús, Dos personajes distinguidos del sur
de Jalisco,
https://letrafria.com/dos-personajes-distinguidos-del-sur-de-jalisco/
5.-
Valderrama, Pedro, Bosquejos sobre la arena, Keli ediciones
20024, “Emmanuel Palacios, poeta jalisciense en el olvido. Página
127.
6.- Diario El Volcán, Reúnen la obra de Emmanuel
Palacios, 04 de julio de 2024,
https://www.diarioelvolcan.com/2024/07/reunen-obra-de-emmanuel-palacios.html#more
7.-
Martínez,José Luis, “La
obra de Mariano Azuela”, La academia Mexicana de la Historia en
Guadalajara, de José M. Muriá,
pp88
8.- Arreola, Juan José, Ramón López Velarde:
el poeta, el revolucionario, Alfaguara 1997, pp 9.
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