domingo, 27 de abril de 2025

La santa Cruz: la fiesta del gremio de albañiles

 



Fernando G. Castolo*


Siendo objetivos, la festividad a la Santa Cruz en Zapotlán es la tercera celebración religiosa más importante, después de las solemnidades a Señor San José y las correspondientes a la Virgen de Guadalupe, ambas devociones, por cierto, juramentadas contra los temblores y calamidades de índole natural desde la segunda mitad del siglo XVIII.


La fiesta a la Santa Cruz se incorporó desde el momento mismo del arribo de los hermanos franciscanos, encabezados por Fray Juan de Padilla, quienes estimularon este tipo de manifestación católica. Abrazar la Cruz de Cristo como parte del ejercicio de catecumenado llevado a cabo por estos humildes "hombres de Dios", fue parte escencial del proyecto de conversión encomendado por los llamados Reyes Católicos.

Entonces, revelan algunas crónicas de la época interpretadas por certeros investigadores, el día de la Santa Cruz desfilaban por las calles para aproximarse al convento hasta más de mil cruces, prácticamente cada habitante llevaba en sus manos una cruz que presentaban para su respectiva bendición ante el sacerdote en turno. Fue costumbre disponer grandes cruces de madera en las orillas de los pueblos.





En Zapotlán aún perviven dos reconocidos espacios de estas cruces que se ubicaban en los cuatro flancos: la Santa Cruz de la Cumbre hacia el oriente, y la Santa Cruz Blanca hacia el poniente. Después, fue tanto el éxito entre los naturales que otras cruces empezaron a aparecer en el espectro, coronando cerros o ubicándolas en los caminos: la Santa Cruz de las Piedritas, la Santa Cruz del Cuascomate, la Santa Cruz del Agua... Algunos de estos maderos se conservan en viejas capillas que las contienen, como la Santa Cruz del Buen Pastor o la Santa Cruz de la Reja.

Hay tantas cruces, que además se multiplican con los años, como tantos barrios o colonias hay en Ciudad Guzmán. Por doquier los tronidos de los cuetes estremecen los cielos durante el novenario y, por supuesto, el día de la gran función. Para cumplir con los preceptos de celebrarla, según usos y costumbres, se invitan a encendedores (que disponen las velas, las flores y el ágape que habrán de obsequiar a los rezanderos).

Hay también quien obsequia la pólvora, así como mayordomos o encargados de armar el retablo, de confeccionar los cielos con banderines en papel de china, o de entusiasmar la celebración con el obsequio del tradicional ponche de frutas. El día de la gran función, algunas de estas cruces tienen el privilegio de las celebraciones eucarísticas.





El día de la Santa Cruz es fiesta municipal, donde los colaboradores de la rama de la construcción adornan sus propias cruces, con multicolores flores de papel, y las disponen en lo alto de las edificaciones en las que laboran.

La Santa Cruz, además, pervive, en algunos casos, con su exquisita iconografía en la parte frontal, donde se ejecutan breves pinturas que representan los símbolos de la pasión y muerte de Jesucristo. Cuando era niño, mi abuela era muy gustosa de participar en los encendios a la Santa Cruz. Entonces, durante el novenario, nos decía a los nietos: "Vámonos enca doña (fulana) que habrá chilito!" Ir al "chilito" era una invitación a degustar los platillos que se obsequiaban a la gente: arroz colorado, mole, sopa de pan, pozole, frijoles de fiesta, cuachala, etc... La celebración a la Santa Cruz ha adquirido matices muy fortalecidos que la hacen relevante en nuestro Zapotlán.

*Historiador e investigador.







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