La parroquia de Sayula festejó los 150 años del nacimiento del cristero San Rodrigo Aguilar Alemán. La velada literaria la encabezó el Pbro. Pedro Zavala Franco y fue acompañado por el Prof. Pablo Santana García y los expositores miembros del Capítulo Sur. Foto: José Rodríguez Farías.
Salvador Encarnación*
La obra literaria de Rodrigo Aguilar Alemán (Sayula, Jalisco. 13 de marzo de 1875 — Ejutla, Jalisco. 28 de octubre de 1927) es poco conocida. Se afirma que publicó en periódicos de Ciudad Guzmán, y entre esas colaboraciones está Mi viaje a Jerusalén. El periódico El Informador de Guadalajara, que le ha dado amparo a escritores de todas calidades, no cuenta con un texto de Aguilar entre sus páginas. Ahí se cita, que, en 1926, el ahora santo impartió el sacramento del matrimonio a unos felices novios en Unión de Tula y después asistió a la fiesta. Atendiendo a la redacción del reportero, fue muy fifí el acontecimiento. Y no más.
En
los tiempos de su beatificación, noviembre de 1992, llegaron
noticias de su obra literaria. Fue don Federico Munguía Cárdenas,
el cronista de Sayula, quien las trajo: “Que Rodrigo Aguilar Alemán
escribe mejor que Rulfo”. Más que noticia eso era un escándalo. A
los pocos días don Federico presentó una fotocopia de un recorte de
periódico con un fragmento de Mi
viaje a Jerusalén. Me
lo extendió primero. Lo leí con atención. “Exageraron”, le
comenté. “Y con mucho”, contestó él.
El 17 de julio de 2000 recibí en Zacoalco la visita del sacerdote católico Francisco Méndez García. Cordial como pocos, desbordaba su interés por recuperar los datos históricos de los nuevos santos mexicanos. “Lo hago por obediencia” decía a cada instante. Con ese decir trataba, en vano, de mitigar su interés por ese periodo trágico de México. Al despedirse, le solicité su recopilación de los poemas de Rodrigo Aguilar Alemán. “Se los envío vía correo postal”. El 31 de julio del mismo año recibí las fotocopias de los poemas de Aguilar, un legajo con 68 poemas acompañados con una carta, destaco de ella lo siguiente: “Le envío el volumen de las poesías de S. Rodrigo Aguilar Alemán. La recopilación la hizo la Comisión Arquidiocesana para la causa de los Santos, y tengo entendido que actualmente en esta oficina tienen el original. Tiene la fecha de 1992, por eso es que se habla del Beato Rodrigo Aguilar Alemán”.
Sin saberlo, muchos de los lectores de Juan José Arreola leímos al menos dos versos de Rodrigo Aguilar Alemán. El orgulloso zapotlense escribió en su novela La feria: «Siempre recordaremos con afecto la visita de un notable poeta de Tamazula, recientemente fallecido, que por mera casualidad asistió a una de nuestras sesiones. Yo le pedí copia de un soneto, que conservo autógrafo como preciado recuerdo: “Al pie de una escarpada azul montaña, yace Tlamazolán, la hermosa villa…”» El último entrecomillado pertenece al soneto "La Heroica Villa", de Aguilar Alemán. Con la diferencia de que Arreola no hizo el corte del endecasílabo y los presentó como si fueran prosa. El soneto es el siguiente:
La Heroica Villa
Al pie de una escarpada azul montaña,
yace Tlamazolán, la Heroica Villa,
reclinada entre rocas y a la orilla
del río impetuoso que sus muros baña.
Pinta sus campos de verdor la caña
y allá, junto al ingenio y la capilla
la fe del campesino intensa brilla
en la cruz que defiende su cabaña.
Vibra en sus playas el feliz concierto
de un pueblo honrado que al cantar trabaja,
ganando el pan para el sustento diario:
y cuando el sol tras la montaña ha muerto
y el ángel del Señor del cielo baja,
va a orar ante su Virgen del Sagrario.
El poema inicia desde lo bajo, “Al pie”, que es el símbolo de la postración humilde ante la montaña que es otro símbolo donde se manifiesta la divinidad. En ese soneto, la montaña se califica con un color asociado a la Virgen: el azul. “Al pie”, “yace”, “reclinada”, tres palabras que refuerzan el estar a ras de tierra. Luego se toca el plano medio, el paisaje, la vida cotidiana, y dentro de todo, la fe. Y culmina con las alturas. El sol “el ángel que baja”, “la Virgen del Sagrario”. El poema sigue el criterio del Renacimiento, donde el hombre que está en lo bajo su aspiración es llegar hasta las alturas. En música baste con oír el Kyrie de la Misa de Coronación de Mozart. En cuanto a la forma, el soneto sigue la rima: ABBA ABBA CDE CDE. Al igual que el soneto XIII “A Dafne ya los brazos le crecían” de Garcilaso de la Vega.
La mayoría de los poemas de Rodrigo Aguilar Alemán están escritos, al parecer, por encargo: cumpleaños de dignidades religiosas, festividades ídem, y esto hace que su vocación como escritor no se manifieste en plenitud. Se agrega que su poesía está enmarcada dentro del Modernismo, corriente literaria que en México perduró más de lo debido a nivel escolar. Más que pensar en una Obra Completa, es el hacer una breve antología que lo represente y dejar los otros poemas para los estudios literarios.
Para terminar, conocí la letra de San Rodrigo Aguilar Alemán en un libro que fue de su propiedad. Traía su firma. El nuevo dueño, Federico Munguía Cárdenas, lo presumió: “Es una reliquia” afirmó alegre. Meses después nos dio una noticia: “Presté mi libro de San Rodrigo Aguilar y no recuerdo a quién”. Un frío inundó la sala.
*Miembro de la Benemérita Sociedad de Geografía y Estadística del Estado de Jalisco. Texto leído en el Homenaje a San Rodrigo Aguilar Alemán. Auditorio del Exconvento de la Parroquia. 13 de marzo de 2025. 20:00 hrs. Sayula, Jalisco.
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