martes, 18 de marzo de 2025

No son zapatos sembrados

 



Víctor Hugo Prado


No es ropa ni zapatos sembrados, tampoco es un escándalo acrecentado por los medios tradicionales; menos es, una intentona de manchar el desempeño eficiente y el fino arte de gobernar de la 4T por parte de la oposición; no, no es un grupo de personas que buscan a sus familiares para dañar la imagen del gobierno en turno.



En cambio, si es el resultado de una política fallida de abrazos y no balazos. Es la permisividad que se les dio a los diferentes grupos para actuar a cielo abierto con total impunidad. Es la colusión de muchas autoridades y gobernantes con grupos que controlan sus territorios, ahí donde esa autoridad en tiempos electorales hizo campaña. Es haber tomado dinero para financiar sus asensos al poder. Es una herencia que hoy paga una presidenta a la que, “si no le llueve le llovizna”. Es la inacción. Es errar en una política pública en el que la pretensión era atacar las causas, es decir, combatir con dieta “sana” el tumor que el país lleva adentro.

El rancho, campamento, campo se adiestramiento, carnicería y hornos crematorios de Teuchitlán, Jalisco, son en conjunto un rompecabezas que debe investigarse con profundidad científica. La tarea del l gobierno es armarlo. Los gobiernos federal, estatal y municipal, así como los otros dos poderes deben desprenderse de su más rancio partidismo ideológico y aceptar la enorme responsabilidad que conlleva investigar el horror que vivieron los que hayan sido: 10, 100 o 1000 personas, mujeres, hombres, adultos y jóvenes, que perdieron la vida y que ahí están sus restos. Esclarecer las razones de sus muertes, quienes eran, cuantos fueron, de dónde venían, a qué se dedicaban, dónde están sus familias. El asunto no es de los familiares que buscan a sus desaparecidos, es de un Estado-Nación, que debe garantizar la convivencia pacífica de su sociedad, que debe aplicar las leyes contra los responsables, que su compromiso debe ser hoy más claro que nunca, combatir a los grupos organizados de la delincuencia, acabar con la impunidad y establecer un nuevo orden de paz social.

Datos del Registro Nacional de Personas Extraviadas y Desaparecidas indican que tan solo en los seis años de gobierno del presidente López Obrador, alcanzó un máximo histórico de 52 mil 200 personas desparecidas, lo que resulta que en promedio fueron 24 por día durante sus años como presidente. Ante ello, la presidenta ha anunciado medidas frente al problema de las desapariciones que podrán rendir frutos a mediano y a largo plazo: protocolos, padrones, homologar penas, etc. Todo eso está bien, pero en tanto no haya una limpia en fiscalías, policías y encontrar el hilo de los vínculos de autoridades con el crimen organizado, las medidas no pintarán nada bien.


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