Cuanto más dispuestos estamos a depender de un Poder Superior, más independientes somos en realidad.
Al principio, empiezo algo
dispuesto a confiar en Dios y Él hace que esa disposición crezca.
Cuanto más disposición tengo, más confianza gano, y cuanto más
confianza gano, tengo más disposición. Mi dependencia de Dios crece
de acuerdo al crecimiento de mi confianza en Él. Antes de que
estuviera dispuesto, yo dependía de mí mismo para todas mis
necesidades y estaba limitado por lo incompleto de mi ser. Por mi
disposición a depender de mi Poder Superior, a quien yo he escogido
llamar Dios, todas mis necesidades son provistas por Alguien que me
conoce mejor de lo que yo me conozco — aún las necesidades de las
que no me doy cuenta, así como las que están todavía por venir.
Sólo Alguien que me conoce tan bien, podría hacer que sea yo quien
soy y ayudarme a satisfacer la necesidad de alguien que solamente yo
podría satisfacer.
Nunca habrá otro exactamente igual que
yo. Y esto es la verdadera independencia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario