Fernando G. Castolo*
Talpa
de Allende, es considerada como uno de los puntos sagrados más
encumbrados del ámbito religioso mexicano. En Jalisco está
reconocido entre los tres más importantes, al lado de los santuarios
marianos de Zapopan y San Juan de los Lagos, donde los peregrinos son
recurrentes. Estas peregrinaciones se caracterizan fundamentalmente
por un culto y una devoción que es atrayente hacia con los católicos
que expresan una fe como ideal para acceder al favor del remedio de
sus múltiples necesidades terrenales, para lo cual prodigan rezos,
cantos y esfuerzos físicos en honor a la milagrosa imagen.
A
esta ruta se une un sinnúmero de devotos que parten de sus
respectivas comunidades, pertenecientes, sobre todo, a las
jurisdicciones diocesanas de Colima, Ciudad Guzmán, Autlán de la
Grana, Tepic y, por supuesto, Guadalajara. Las rutas que se siguen
fueron trazadas ancestralmente y superviven por las subsecuentes
generaciones que mantienen la tradición de realizar esta visita
anual, que tiene su algidez entre los meses de febrero, marzo, abril
y mayo.
En la vida cotidiana de la gente de Colima y el Sur de
Jalisco, donde nos reconocemos mayoritariamente como católicos
creyentes, se planea y espera con ansias la peregrinación anual a
Talpa. Por grupos o individualmente se inician los ensayos o
preparación física, por caminos carreteros o senderos montañosos,
desde el mes de enero, a fin de obtener la suficiente condición para
emprender la romería en el mes de marzo la que, por lo regular, se
efectúa de cuatro a seis jornadas que implican hasta 16 horas de
camino diario.
La expresión de alivio y fortaleza frente a la
diminuta imagen de la Virgen del Rosario ―mostrada inclusive por
evidentes lágrimas―, es la culminación o premio que se alcanza
finalmente, interpretándose como un fenómeno milagroso: el
cansancio se disipa, el dolor ya no se siente, la sensación de
hambre ha desaparecido, así como la mortificación de saber si se
llega o no según fue lo planificado originalmente.
Lo cierto
es que quien se atreve a ir un año, queda invitado para sumarse en
subsecuentes romerías, sea con los mismos o con otros grupos
organizados, sea caminando o sea en vehículo, pero ello es parte de
la magia y del encanto que la Virgen del Rosario prodiga a manera de
milagro.
*Historiador e investigador.
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