Fernando G. Castolo*
Es una mañana
templada. Los entusiasmos del clima se empiezan a sentir. Tomando una
bebida caliente en el exterior de un local sobre el portal Fray Juan
de Padilla se encuentra solitario. Es una rutina que ya le reconocen
los transeúntes. Ahí, saluda a viejos colegas y colaboradores del
Gobierno Municipal, sobre todo, donde se desempeñó hace veinte años
como Regidor.
Fue líder sindical de los electricistas, donde
realizó un papel decoroso, a grado tal que su sola presencia es
celebrada con una serie de atenciones por parte de sus agremiados. En
fin, es toda una institución andante de la comunidad. En su charla
amena entresaca recuerdos sobre sus inicios en la Compañía
Eléctrica, cuando la ciudad se abastecía de este servicio que nos
llegaba desde Piedras Negras. Entonces todo era un mecanismo manual,
donde la prueba y error se presentaban en las cotidianas tareas. La
complejidad que representaba la generación de energía eléctrica se
ha olvidado. Hoy en día vemos con cierta obviedad el servicio, dado
que no se concibe la vida sin la esencial electricidad que todos
tenemos en nuestros hogares, lugares de trabajo y de recreo.
Tenemos pendiente, aún, conformar una historia sobre el
abastecimiento de la electricidad a la comunidad. Debemos de retornar
a sus orígenes, desde cuando el Cura Silvano Carrillo trajo el
primer dínamo generador para la Escuela de Artes y Oficios a finales
del siglo XIX. Luego, cuando se crearon empresas familiares como la
de los Villanueva, quienes ofrecían el servicio a particulares. Y
así, hasta llegar a la hoy flamante paraestatal Comisión Federal de
Electricidad, cuyos adelantes tecnológicos se encuentran a la altura
de los modernos servicios que exige la sociedad actual. Vemos en
nuestro interlocutor, el Lic. Cresencio Villalvazo Laureano, a la
memoria andante de la electricidad en la ciudad, una historia que aún
nos falta escribir.
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