Pedro Vargas Avalos
En todos los ámbitos de la
vida, ya de personas, como de sociedades o naciones, es prudente
fortalecerse, ya que tal característica facilita integralmente los
ramos vitales de cada uno de los entes mencionados.
Reforzar es añadir nuevas fuerzas, mejorar el ánimo, alentar, vigorizar el espíritu; la operación de tales acciones es el reforzamiento. La anterior reflexión es con motivo de las recientes acciones que en diversos frentes se han registrado en la República. Particularmente en lo relativo a la soberanía, a la Carta Magna y varias formaciones de perfil nacional.
Dentro de nuestro país, las circunstancias
imperantes han detonado situaciones delicadas que sobre todo en la
seguridad pública (donde se ubica la lucha contra el narcotráfico y
el crimen organizado), la justicia y ámbitos socioeconómicos,
requieren atenciones redobladas. En el orden internacional, el arribo
al poder de las derechas es preocupante, adquiriendo aspectos
excepcionales para el caso de las relaciones con la potencia de las
barras y las estrellas, con motivo del segundo mandato presidencial
de Donald Trump. Este hecho es de tal magnitud, que involucra no solo
el derecho y la economía internacional, que comprenden el fenómeno
de la migración, sino que de plano amenaza la paz mundial. Existen
más renglones neurálgicos, pero lo antedicho es por ahora tema
prioritario.
Políticamente, los asuntos interiores de nuestra
Patria están controlados, pues la administración federal tiene
respaldo popular y de los factores productivos de índole
extraordinario: las encuestas recientes afirman que tal aceptación
oscila entre el 70 y 80 por ciento, lo cual ciertamente es
formidable. En consecuencia, priva un sentimiento de unidad general
en torno a la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo (CSP), lo cual
permite enfocar actividades para encarar el resto de la problemática
dominante, destacando la lucha contra el crimen organizado y los
ingredientes que lo han incrementado.
Nuestra vecindad con los
Estados Unidos de América (USA) implican una ligazón sumamente
compleja, pues además de los aproximadamente cuarenta millones de
mexicanos que viven, documentados o no, en la tierra de Lincoln, esta
nación requiere el concurso de la mano de obra para conservar su
salud económica: áreas que van del campo -producción agropecuaria-
a los servicios, pasando por el ramo de la construcción, tareas en
las que resulta vital participación de los trabajadores
aztecas.
Con salvedad de este pelianaranjado mandamás gringo,
por más difíciles que haya sido -de cien años hacia acá- el
relacionarse con gobernantes de USA, la diplomacia
México-norteamericana no había sido tan problemática. Pero este
complicado personaje requiere tratamientos peculiares. En su primera
gestión, el entonces mandatario mexicano (AMLO) supo manejar la
cuestión. Ahora, por lo visto hasta la fecha, tal parece que nuestra
Presidenta también tiene aptitudes singulares a tal grado que Trump
ha reconocido que es una mujer maravillosa a la cual le ha aprendido
orientaciones, cusa que él mismo afirma “ jamás le había
acontecido”. Esto ya es una buena señal.
Ahora bien, el
espíritu ambicioso de Trump, conjuntado a su modo atrabancado de
actuar, basado en la innegable potencia imperialista que comanda, se
manifiesta en sus injustos aranceles hacia aliados y no digamos
distintos países competidores; en sus arranques de abusivo
conquistador y su desconocimiento de amistades o alianzas, pues él
quiere hacer todo a su estilo y conveniencia, obliga a tomar medidas
específicas. Estas se fundan en la unidad nacional y el
reforzamiento de nuestra Ley Suprema -que entraña la soberanía-,
misma que sirve de bandera y escudo para toda relación de tipo
internacional.
Ante lo anterior, resaltan dos trascendentes
reformas constitucionales: la de la supremacía constitucional, y la
de fortalecer nuestra soberanía. En el primer caso, la idea de la
supremacía constitucional es que no debe ni puede haber nada ni
nadie por encima ni fuera de la Constitución. El juicio de amparo es
un recurso extraordinario que se debe sobre todo al genio del
jalisciense Mariano Otero; pero una excepción para su procedencia lo
prevé la ley de Amparo, en su artículo 61: no procede contra
innovaciones constitucionales; empero, recientemente, con motivo de
la “reforma judicial” se ignoró flagrantemente esa disposición
por las oposiciones y los juzgadores, ambos contrarios a esas
transformaciones juridicas; y la Corte les hizo el juego. Por ello a
fines del año pasado se reformó el artículo 107 constitucional,
adicionándole el texto aludido de la ley secundaria; ahora ese
numeral, en su parte final de la fracción II, dice “No procederá
el juicio de amparo contra adiciones o reformas a esta Constitución”.
Y en otra parte de la misma Ley Suprema, se añadió que en casos de
controversias constitucionales o de acciones de
inconstitucionalidades planteadas respecto de normas generales, en
ningún caso su admisión dará lugar a la suspensión de la norma
cuestionada. Adicionalmente se reforzó la fórmula Otero, para que
no se conceda un amparo con efectos generales, sino para proteger al
solicitante en el caso de referencia.
El pasado 19 de febrero
trascendió que Marco Rubio, secretario de Estado de Estados Unidos,
había precisado que seis cárteles mexicanos se clasificaban
organizaciones terroristas trasnacionales, detallándose que tal
‘clasificación’ regiría a partir del jueves 20 de febrero de
2025, por órdenes del presidente Donald Trump. Esta amenaza, ya
cristalizada, significó un llamado de alerta para México.
Rápidamente, la Presidenta CSP declaró:” Nos quieren colocar como
si nosotros defendiéramos a los cárteles de la droga o a la
delincuencia organizada, por supuesto que no [...] que no haya
confusión de que nosotros defendemos la soberanía”. Y
complementó: “Lo que nosotros no aceptamos es la violación de
nuestra soberanía”. Señalando que ambos gobiernos deben trabajar
en base a colaboración y coordinación, aclarando que eso se hará
sin subordinación, sin intervencionismo, sin injerencismos.”
El
método arbitrario yanki, es denominar “terrorista” a las
agrupaciones que considera enemigos peligrosos, y así suele
atacarlas incluyendo el invadir sus lugares de residencia. Ese
peligro, inmediatamente lo visualizó CSP y envió el día 20 al
Congreso de la Unión una iniciativa de reforma a los artículos 19 y
40 de la Constitución: este con el fin de fortalecer la soberanía
nacional; el primero, para introducir el delito de terrorismo y
estipular su pena. Al respecto opinó Ricardo Monreal, líder
morenista de la Cámara de Diputados (que será la Cámara revisora
de la iniciativa): la mayoría legislativa respalda la iniciativa
anunciada por la presidenta de la República… y la avalan desde
ahora pues encierra una defensa estricta a la soberanía, a la
independencia y al régimen interno, es decir el Estado de derecho
que rige a la nación.”
Es de sentido común, para los
mexicanos, que ese reforzamiento de la soberanía, la inviolabilidad
de la Constitución y que ninguna autoridad en el mundo puede violar
con actos o conductas nuestro régimen interno, debemos apoyarlo,
porque ello entraña la dignidad Patria y el cumplimiento de los
principios que México siempre ha defendido: autodeterminación de
los pueblos y respeto al derecho ajeno.
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