No estamos curados del alcoholismo. Lo que en realidad tenemos es una suspensión diaria de nuestra sentencia, que depende del mantenimiento de nuestra condición espiritual.
La fantasía
alcohólica más común parece ser: “Con que sencillamente no beba,
todo estará muy bien”. Una vez que se me aclaró la niebla, vi
—por primera vez— el desastre en que se había convertido mi
vida. Tenía problemas familiares, económicos, legales y
profesionales; tenía dudas provocadas por viejas ideas religiosas;
había aspectos de mi carácter a los que tenía tendencia a hacer la
vista gorda porque fácilmente me podrían haber convencido de que
era un desahuciado y haberme impulsado nuevamente a escapar. El Libro
Grande me servía como guía para solucionar todos mis problemas.
Pero no sucedió de la noche a la mañana — ni tampoco
automáticamente, sin que yo hiciera un esfuerzo.
Siempre
tengo que reconocer la misericordia y las bendiciones de Dios que
brillan a través de cualquier problema que tenga que enfrentar.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario