Brasil Acosta Peña
Hace
poco, en estas páginas narré cómo el gobierno de Andrés Manuel
López Obrador (AMLO), en palabras de Donald Trump, se “había
doblado” inmediatamente al enviar ocho mil elementos de la Guardia
Nacional a servir como un “muro” contra la migración y que, con
ello, el actual presidente de Estados Unidos (EE. UU.) presumía
haber cumplido su cometido de proteger la frontera y que el muro
fuera pagado por los mexicanos.
Pues ahora la presidenta
Claudia Sheinbaum Pardo, de Morena, en su mensaje a la nación, me
parece que “puso algunos puntos sobre las íes”; sin embargo, no
todos; me pareció correcto el planteamiento de que debe combatirse a
los cárteles de las drogas, en EE. UU. es decir, parece que los
malos están en México y que en EE. UU. no hay malos (bad guys).
Pero la droga no llega sola: se distribuye y pasa por el territorio
norteamericano sí o sí; por ello concuerdo también en que si la
nación norteña tiene los mejores sistemas de seguridad satelital y
de inteligencia militar del mundo, no se comprende cómo es que no
les sirven para detectar el trasiego interno de drogas en su propio
país. La razón es que no lo quieren combatir con la energía que se
necesita porque también es un negocio lucrativo para varios sectores
de aquella nación.
También me pareció correcto el
señalamiento sobre la falta de combate a la drogadicción allá, es
decir, un programa agresivo, en el buen sentido de la palabra, que
evite que los norteamericanos se aficionen a las drogas como lo
hacen. ¿En el país de las libertades no pueden educar a su pueblo
para que no se enganchen en el consumo de las drogas?, ¿otorgan a
los individuos la “libertad absoluta” de elegir si se drogan o
no? Como se trata de retórica y de intereses económicos, el
gobierno estadounidense no va a combatir seriamente las drogas en su
país porque, para ellos, representa un negocio doble: los
drogadictos se nulifican socialmente, ya no son un peligro para el
sistema; mientras, la adicción les hace reincidentes y deben comprar
una y otra vez drogas para satisfacer tal adicción, por ende, son un
mercado cautivo para los poderosos intereses de quienes se enriquecen
con ello.
El problema es que la Presidenta se contradice, pues
la misma dosis debería aplicarse en México, es decir, que se
utilicen los aparatos de inteligencia mexicanos para combatir el
trasiego de enervantes y al mismo tiempo se implemente una campaña
enérgica y efectiva para evitar que la juventud se enganche con las
drogas, pues las becas Benito Juárez, en algunos casos, han servido
para que los jóvenes ahora tengan acceso a las drogas, con dinero
para comprarlas.
En un municipio del Estado de México
(Edomex), una señora me contó, pues le consta, que un distribuidor
de drogas citaba a los jóvenes a una determinada hora frente a un
cajero. El individuo tenía las tarjetas de los jóvenes; conforme
llegaban se las entregaba, ellos iban uno por uno a cobrar y, al
término, regresaban el dinero, la tarjeta y les entregaban la
droga.
De la violencia relacionada con el trasiego no hay ni
duda, y tampoco se combate efectivamente; por el contrario, hay más
muertes dolosas hoy que en otros sexenios. No hay control. El caso de
Sinaloa puede servir como ejemplo.
Después de las amenazas de
Trump y del discurso de Claudia Sheinbaum, ambos gobernantes
sostuvieron una llamada telefónica “amistosa”; la Presidenta se
comprometió a enviar ya no ocho mil, sino 10 mil elementos de la
Guardia Nacional, pero ahora no para servir de “muro”, sino como
combatientes del trasiego del fentanilo.
Estimado y paciente
lector, ¿sabe usted cuánto costará a los mexicanos la movilización
de la Guardia Nacional a la frontera norte del país? Si les fueran a
pagar sólo el salario mínimo por día, eso equivaldría a 278 pesos
por miembro de la Guardia Nacional, por 10 mil por 365 días, ello
corresponde a mil 14 millones de pesos (mdp). Si a eso agregamos la
comida, estancia, el material de limpieza y los recursos diarios
requeridos para movilizar a 10 mil efectivos, el gasto se elevará,
al menos, al triple, es decir, tres mil mdp. Adelantamos: esa medida
fracasará, pues si implementan mucha vigilancia en la frontera
terrestre, no podrán disponer de la misma vigilancia en la frontera
aérea o marítima; está claro: sólo se trata de un golpe
mediático, efectista, más que efectivo; se intenta quedar bien con
el imperio en lo inmediato: ésa es la verdadera razón.
Minimizar
los efectos de los aranceles en México con frases seudonacionalistas
no le servirá de mucho al pueblo trabajador. Aunque a quien primero
afectará el cobro de los aranceles es al pueblo norteamericano,
también perjudicará definitivamente a nuestro pueblo. A los
estadounidenses, porque los capitalistas exportadores subirán los
precios al productor final y lo obligarán a comprar bienes de
primera necesidad (alimentos: aguacate, carne de res, de cerdo y de
pollo, jitomate, brócoli, coliflor, zanahoria, etc.); nos afectará
indudablemente porque en aquellas empresas con alza de aranceles se
elevarán los costos al grado de impedirles, aun vendiendo las
mercancías, obtener ganancias, entonces cerrarán y despedirán a
los obreros.
La guerra de aranceles ha doblegado nuevamente al
gobierno mexicano y la manutención de los 10 mil elementos enviados
a la frontera costará, como mínimo tres mil mdp. Estas acciones,
claro está, no están destinadas a resolver los problemas
fundamentales del país ni del trasiego de drogas. Lo más grave es
que no existe un plan de desarrollo integral en nuestra nación. Este
gobierno sigue con la política de comprar votos con los recursos
públicos, ofreciendo dinero en forma de programas sociales a un
sector de los mexicanos y manteniendo su voluntad sujeta a los
intereses del gobierno, lo que se verá en la recomposición del
Poder Judicial durante próximas fechas.
Nuevamente se muestra
que el modelo económico adoptado por Morena consiste en dar
continuidad al neoliberalismo heredado del “pasado” y, por tal
motivo, remediar los problemas de fondo; lo que debemos hacer es
cambiar ese modelo, por ende, en todo momento y en cada coyuntura, la
realidad nos confirma la necesidad de educarnos, de organizarnos,
unirnos y luchar para conquistar el poder político de México e
instrumentar un nuevo modelo económico social en México para no
doblegarnos y realmente desarrollar el potencial de México para bien
de todos.
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