Homero
Aguirre
El intento feroz y desesperado de Estados Unidos
por recuperar la perdida supremacía económica, militar y política
en el mundo, ha iniciado una nueva etapa con Donald Trump como cabeza
visible de los grupos enriquecidos y agresivos que controlan ese país
y pretenden seguir adueñándose de las “tres m”, a las que alude
un analista, refiriéndose a la mano de obra, las materias primas y
el mercado de todo el mundo.
Transcurridos unos cuantos días
de ocupar la presidencia de Estados Unidos, Trump ha ordenado redadas
para deportar de territorio estadounidense a miles de migrantes de
diversas nacionalidades, incluidos miles de mexicanos, algunos de los
cuales corren el riesgo de ser recluidos, acusados de delitos graves,
en la cárcel de Guantánamo, Cuba, donde EE. UU. mantiene contra
todo derecho una base militar. Todo indica que Trump firmará la
orden para imponer aranceles (impuestos) de 25% a las mercancías
provenientes de México y Canadá, y de un 10% a las que provienen de
China. Trato similar, dice, recibirá la Unión Europea, aunque no se
ha especificado el monto que en ese caso alcanzarán los aranceles.
Junto con eso, se ha nombrado a los cárteles mexicanos como
organizaciones terroristas, por lo que pronto iniciarán las
presiones para que ingrese personal de las agencias de seguridad
norteamericanas a “liberarnos” de ese flagelo, al cual nadie toca
en territorio estadounidense.
En el caso de las presiones
contra nuestro país, el objetivo del grupo de Trump es disminuir a
toda costa la presencia de China en territorio mexicano e ir creando
una especie de cinturón de seguridad en la frontera norte de México,
con empresas norteamericanas o de países incondicionales, reforzada
con amplia presencia de marines norteamericanos. Si México se niega
a cooperar, le impondrán aranceles crecientes, lo desestabilizarán
con deportaciones masivas de indocumentados y, llegado el momento,
con operativos “para capturar narcos y políticos que los
protejan”, no para acabar con el tráfico de drogas sino para
controlar territorio mexicano e intimidar al gobierno morenista, el
cual por cierto ha dado, antes y ahora, más de una muestra de
entendimiento con grupos delincuenciales.
Pero, contra lo que
pudiera suponerse por quienes están desinformados, esa agresividad
del gobierno norteamericano no es indicador de la fortaleza de ese
país, sino muestra de la decadencia de su economía y el descenso de
las tasas de ganancia que estaban acostumbrados a succionar de todo
el mundo, que los ha colocado en desventaja cada vez mayor frente a
su enemigo número uno, la República Popular China y frente a otras
economías que se han ido liberando del férreo control al que eran
sometidos por Estados Unidos.
El Fondo Monetario Internacional,
un testigo insospechable de simpatizar con China, publicó en
diciembre de 2023 un reporte, que revela por qué los norteamericanos
ubican a ese país como su enemigo principal: “China ha tenido un
desempeño económico estelar en las últimas tres décadas, con un
notable y duradero crecimiento vigoroso gracias al cual la economía
pasó de la categoría de ingreso bajo a la de ingreso mediano alto.
En la última década y media, China ha sido el motor principal del
crecimiento económico del mundo, aportando el 35% del crecimiento
del PIB nominal mundial, mientras que Estados Unidos ha contribuido
con un 27%”, dice el texto que lleva el malicioso título de “China
se tambalea pero no caerá”. En pocas palabras, China ya rebasó
económicamente a los Estados Unidos, su influencia económica, y por
lo tanto política, se extiende por todo el planeta y es la diana a
la que apuntan las flechas de la oligarquía encabezada por Trump,
con el fin de recuperar el terreno perdido.
A partir de ahora y
durante un período que puede prolongarse varios años, el mundo
tendrá que lidiar con la creciente agresividad del presidente de los
Estados Unidos, por el momento usando como arma de sometimiento la
imposición de aranceles, “la palabra más hermosa del
diccionario”, según el presidente gringo, pero sin descartar que
en el futuro vuelvan a usar métodos militares, aunque por el momento
no sea ese el énfasis de la política de Trump.
Michell
Collon, un escritor belga, crítico de las operaciones de la OTAN y
especialista en el estudio de la propaganda de guerra, resumió el
declive paulatino de Estados Unidos, desde ser la potencia
indiscutible después de la Segunda Guerra Mundial hasta el crítico
momento actual por el que atraviesa: “Algunas multinacionales
estadounidenses (del automóvil, textil, instalaciones eléctricas)
son rebasadas por sus competidores europeos y japoneses. Entonces,
¿cómo mantener sus beneficios? Para ello deciden deslocalizar una
gran parte de su producción industrial. Haciendo esto, reducen los
ingresos de los trabajadores estadounidenses, quienes también son
sus consumidores. De esta manera agravan la crisis: hay una
sobreproducción con respecto al poder adquisitivo. Más tarde, con
Reagan en los años 80, la élite estadounidense perturbará el
equilibrio de fuerzas, atacando a la clase obrera y a los sindicatos,
degradando los salarios y las condiciones de trabajo de los obreros.
Las grandes fortunas se acumulan como resultado de este creciente
empobrecimiento, lo que significa, simplemente, la transferencia de
riquezas. Del Trabajo hacia el Capital. Para subsanar esta “falta
de consumo”, la élite endeudará sistemáticamente los hogares
estadounidenses. Pero cuando las burbujas explotan, dichos hogares
están mucho más empobrecidos. Y la situación empeorará debido a
las guerras desencadenadas por Washington: largas, costosas y,
finalmente, para nada rentables (salvo para algunas
multinacionales…)”. (Libro “El mundo según Trump”, p.
90).
Estados Unidos quiere, pues, recuperar el poder perdido en
el mundo, para lo cual tendrá que hacer retroceder a China. México
forma parte de ese plan, por su cercanía con Estados Unidos y por la
extensión y riqueza de su territorio. Ya doblaron al gobierno para
que dé muestras de alejamiento de China, pero todo indica que no han
sido suficientes para Trump y sus tropas. El imperialismo decadente
se vuelve más peligroso y eso no se detendrá con puras palabras, ni
con “planes a, b y c” que nadie conoce. El morenismo le ha hecho
un gran daño al país al dividir a los mexicanos, despolitizar a
millones al grado de convertirlos en carne de urna, mediatizarlos con
dádivas y perseguir a quienes los organizamos. Es momento de
redoblar esfuerzos para aglutinar a quienes no deseamos ser una
colonia norteamericana más y buscamos un mundo sin imperialismo ni
concentración de la riqueza en pocas manos.
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