jueves, 13 de febrero de 2025

En medio de los ataques, urge construir un México nuevo

 


Homero Aguirre Enríquez


La agresión, comercial por el momento, pero con amagos de pasar a la incursión armada en nuestro territorio, que sufre México por parte del gobierno estadounidense, representado por Donald Trump, ha puesto en evidencia muchas debilidades estructurales de nuestro país: fragilidad en lo económico, en lo militar, en lo científico, en lo educativo, en lo tecnológico y en muchos otros terrenos de los que depende definir o no a un país como poderoso e independiente. Es momento de pensar cómo podremos liberarnos algún día de este atolladero estructural, que lleva muchas décadas pero que se ha profundizado bajo el gobierno morenista, y de actuar en consecuencia.


Hay quienes ponen todas sus esperanzas en que los cambios generacionales traerán la solución por sí mismos, como si las transformaciones históricas consistieran simplemente en la llegada de nuevas generaciones que harán borrón y cuenta nueva, se desharán de lo que esté mal o insuficientemente construido por sus predecesores y construirán una patria nueva y un mundo mejor, prácticamente partiendo de cero. Pero eso no es posible, el futuro de las nuevas generaciones de mexicanos se debe empezar a construir desde el presente, que es a su vez fruto de la acción de hombres del pasado, y será la base para que se pueda construir una sociedad mejor. “Los hombres no son libres de elegir sus fuerzas productivas que son base de toda su historia, puesto que cada fuerza productiva es una fuerza adquirida, producto de la actividad anterior”, escribió Carlos Marx, y tenía razón.

Así pues, entre otras cosas, conviene pensar en cuál es la situación actual de los niños y jóvenes en México, de los constructores del México del futuro, de los hijos y nietos de los actuales mexicanos y desde ahora convocarlos a rebelarse contra las condiciones que nos oprimen y anclan en el atraso. Veamos: casi la mitad de la población de México la forman niños y jóvenes. Los niños de entre 0 y 14 años de edad son 33.3 millones y los jóvenes de entre 15 y 29 años son 31 millones. La mayoría de ellos, los más pobres, enfrentan graves dificultades de las cuales daré sólo algunos ejemplos.





Los jóvenes tienen problemas económicos: de los 31 millones trabajan 15. 9 millones (el resto estudia o no trabaja); la gran mayoría (81 %) de los jóvenes que trabaja lo hace como trabajadores subordinados y mal pagados (casi la mitad recibe un salario mínimo o menos, y el 33% recibe entre uno y dos salarios mínimos) y menos de la mitad recibe servicios de salud. ¿Acaso es inconcebible que quieran huir del país o busquen dedicarse a otras actividades más lucrativas aunque resulten peligrosas o mortales?

Los niños, adolescentes y jóvenes son víctimas cada vez más de homicidios. De diciembre de 2018 a enero de 2024, periodo correspondiente al sexenio de AMLO, “se registraron 12,518 homicidios de personas de 0 a 17 años en México, o el equivalente a 6.6 homicidios de niñas, niños y adolescentes al día”, poco menor a la incidencia diaria durante el sexenio de Peña Nieto, según un reporte de la Red por los Derechos de la Infancia en México. Hay otra arista abominable que acaba con lo que debiera ser la vida normal de los niños y jóvenes: su reclutamiento por la delincuencia, organizada o no. Un elocuente documento titulado “Mecanismo estratégico de reclutamiento y utilización de niños, niñas y adolescentes por grupos delictivos… “, elaborado por la Secretaría de Gobernación del sexenio recién terminado, expone las actividades desempeñadas según su edad por decenas de miles de niños, niñas y jóvenes que son captados por delincuentes. Desde mensajeros, halcones, transportadores de sustancias prohibidas, extorsión digital o telefónica, robo, cobro de piso, venta de drogas, secuestro, sicariato y otras atrocidades que ni Dante Alighieri fue capaz de concebir en su imaginario recorrido por terrenos infernales.

Cambiar esa situación, rescatar a las nuevas generaciones de la inopia, la violencia y la muerte requiere un cambio estructural en la economía, que lleve a crear empleos y pagarlos bien, y que permita al Estado tener los recursos para acabar con la pobreza, dar educación de excelencia (lo cual no se reduce simplemente a no hacer examen de admisión a las preparatorias), destinarle cuantiosos recursos a la ciencia, a la cultura y al deporte. Todo eso formará nuevas generaciones capaces de construir un México rico, educado, desarrollado y capacitado para hablar cara a cara, sin acomplejarse, con cualquier nación del mundo.





Hay recursos naturales y un pueblo trabajador que genera grandes cantidades de riqueza para lograr esos propósitos, pero esa riqueza se acapara en pocas manos. “los súper ricos en México han visto crecer sus fortunas en un tercio (33%) desde el inicio de la pandemia. Por cada 100 pesos de riqueza que se crearon entre 2019 y 2021, 21 pesos se fueron al 1% más rico y apenas 0.40 pesos al 50% más pobre. Solamente Carlos Slim, el hombre más rico de México y de América Latina y el Caribe, concentra más riqueza que la mitad de la población mexicana y ha visto crecer su riqueza en un 42% desde el principio de la pandemia, un monto equivalente a US$1 millón por hora. Sin embargo, estos números no se reflejan en la parte de la cuenta que los súper ricos pagan. Las personas contribuyentes con ingresos arriba de 500 millones de pesos anuales apenas representaron el 0.03% de la recaudación total de impuestos. Además, las grandes empresas pagaban hasta 2021 unas tasas efectivas de ISR de entre el 1 y 8% del total de sus ingresos, muy por debajo del 30% que establece la ley. Cuando los súper ricos no pagan, pagamos nosotros”. (Oxfam, estudio: “¿Quién paga la cuenta?”, 2025).

Los momentos críticos, detonados con la llegada de Donald Trump y que revelan la falta de fortaleza y autonomía verdaderas de México, que ya se empieza a notar tras los primeros amagos de elevar los aranceles a las exportaciones mexicanas y que de inmediato provocaron que el gobierno mexicano se plegara a los intereses geopolíticos de EE.UU. en contra de China y otros países, deben llevarnos a una reflexión profunda sobre las causas del atraso y de los problemas sociales que padecemos los mexicanos como resultado de esa dependencia, conjugada con otros factores estructurales del capitalismo mexicano, que sólo podrá resolver un cambio profundo que, como lo demuestra la historia, tendrá que ser resultado de un gran movimiento popular, en el que los jóvenes están llamados a cumplir un papel protagónico, un movimiento que ubique las causas verdaderas de nuestra debilidad ante otros países y de los graves problemas que padecen millones de mexicanos, y tras ese diagnóstico sea capaz de llegar al poder y poner en práctica otro modelo económico que redistribuya la riqueza a favor de la mayoría de los mexicanos y al mismo tiempo establezca relaciones económicas y políticas con otros países para acabar con la dependencia del “Norte revuelto y brutal”, como dijo José Martí, que desprecia y aplasta a los pueblos de América.


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