Fernando G.
Castolo
Después, durante el siglo XIX, Zapotlán el Grande se convierte en la cuna de dos figuras capitales en el entorno social colimense: Ramón de la Vega y Gildardo Gómez, quienes se convierten en gobernadores constitucionales de aquel Estado. Además, un colimense, el Dr. J. Jesús Figueroa Torres, realizó la primera monografía municipal de la antigua Zapotlán en 1947.
Sin embargo, el personaje que más influyó con esta agradable empatía entre colimenses y zapotlenses, sin duda, ha sido el escritor Juan José Arreola, quien acuñó la evocadora palabra de "Jaliscolimán", para definir este ambiente cultural compartido en la región, donde los paisajes dominados por los volcanes, la gastronomía, la geografía sísmica, los modos de ser y el gusto por la fiesta: allá San Felipe de Jesús, acá Señor San José, ambos patronos juramentados para salvaguardar la integridad humana, son nuestro principal referente.
Por cierto, la devoción a la guadalupana nos la trajeron de Colima, así como la fresca tuba y el típico alfajor y las cocadas. Compartimos igualmente el arte de "nanguear", un verbo que conjugamos a diario en nuestra habla coloquial. Colima nos ofrece paisajes cálidos; nosotros les ofrecemos los templados. La hermandad entre Colima y Zapotlán ha sido, es y seguirá siendo un mutuo motivo de orgullo y engrandecimiento regional, la consolidación de la hermanada república de Jaliscolimán.
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