Solitarias palabras en el bolsillo
Ramón Moreno Rodríguez*
Si
tratáramos de nombrar los problemas más graves que aquejan a los
redactores bisoños, entre ellos estaría el fenómeno conocido como
“pérdida del sujeto”. Para quien empieza a escribir y se deja
dominar por el impulso, suele sucederle que empieza a atiborrar de
información sus enunciados y ese es el camino propicio para cometer
errores sin cuento. En la medida que las proposiciones se van
alargando línea tras línea, se va cayendo en uno y otro bache y no
se para de cometer gazapos. Se puede empezar por hacer lluvia de
ideas, se sigue con la falta de concordancia, se pasa por la falta de
coherencia lógica, inevitablemente se recala en la pérdida del
sujeto y se va a rematar en algún críptico anacoluto del tipo
“fórmate en la fila”.
Todos estos son los errores
escriturales más frecuentes, más graves y más difíciles de
erradicar. Hoy hablaremos de uno nada más, pero es oportuno decir de
una vez que estos problemas de redacción están relacionados unos
con otros, es difícil separarlos, unos llevan a los otros y al meter
la pata en el charco de la pérdida del sujeto también se mete al
mismo tiempo el pie en la falta de concordancia, y así
sucesivamente.
¿Por qué estos descuidos son difíciles de
que el estudiante los detecte y los corrija? Normalmente sucede
porque no se da cuenta. Hay quien atribuye a cierto escritor
romántico inglés la expresión “el mayor triunfo del demonio es
lograr que la gente crea que no existe”. Y guardadas las muchas
distancias, podríamos rehacer la sentencia reformulándola así, “el
mayor triunfo de la pérdida del sujeto es que el redactor cree que
no ha cometido tal dislate”. En efecto, en no pocos alumnos he
encontrado resistencia a creerme que cierto enunciado construido por
él se le ha perdido el sujeto, e insiste en que está bien escrito,
que él lo entiende perfectamente, o que yo no entiendo lo que mi
alumno quiere decir o de plano, que le tengo manía.
Lógico es
pues darse cuenta de que en esos casos es muy difícil que se corrija
el error. A esto se agrega otro problema de la educación en nuestro
país, y es el que mal se enseña a los alumnos los conceptos básicos
de gramática y cuando se los imparten, se hace de una manera
desvinculada con la escritura; es decir, el alumno siente que todas
esas explicaciones de sujetos, núcleos, verbos, modificadores es una
cosa harto intrincada e inútil, porque no hay razón alguna para
estudiarla.
Pues bien, si los alumnos que padecen en su
redacción la pérdida del sujeto o el referente de sus enunciados
tuvieran el dominio de los conocimientos básicos de morfosintaxis,
sin duda más pronto podrían resolver esta dificultad, pero
normalmente ambas carencias van emparejadas; he tenido alumnos que no
pueden distinguir un sustantivo de un adjetivo; entender la
conjugación verbal o captar la idea de lo que es un objeto
indirecto. Así, ¿cómo poder explicarles el fenómeno para que lo
entiendan y me crean? Imposible.
Por otro lado, a veces las
proposiciones que construyen están tan enredadas que al profesor se
le dificulta por dónde empezar la explicación, porque hay muchas
cosas que decir y mucha resistencia a aceptarlo. Y si a esto
agregamos que a veces los mismos profesores tienen sus dudas al
respecto. Imagínese el lector el problema tan complejo de resolver
que se puede enfrentar en el salón de clases; casi diríamos que son
problemas insolubles.
Así pues, en esta ocasión dejaremos de
lado las explicaciones gramaticales, nos basaremos en varios ejemplos
para que la práctica de la revisión de casos ayude a entender y
procuraremos que no sean ejemplos muy complejos (que la mayoría lo
son), que sean muestras en las que, de preferencia, no se entrometan
otros errores escriturales.
Pero empecemos por el principio
como dice Perogrullo. Cuando se escribe y se desea transmitir todo al
mismo tiempo sucede que se empieza con una idea y se deriva
abruptamente a otra y a otra. Con frecuencia se le atribuye a algún
sujeto (sustantivo) cosas que en realidad no se quieren decir de él;
pero procedemos así porque el verdadero sujeto al que se desea uno
referir ha quedado lejos. Valga este ejemplo que me encontré en un
periódico de circulación nacional: “BMW abre su primera planta en
México en plena crisis arancelaria”. Lo primero que le saltará a
la vista al lector en este ejemplo, de seguro, será lo que decíamos
del demonio: no parece que exista tal problema en este enunciado
(incluso, habrá algunos lectores que ni después de hacerle una
primera revisión cuidadosa lo encontrará).
Pero procediendo
con más tiento nos damos cuenta de que la parte final de la
proposición (“en plena crisis arancelaria”) tiene tres
potenciales referentes: BMW, planta y México. En buen sentido, a los
tres sustantivos se les puede atribuir la crisis. ¿BMW tiene una
crisis arancelaria? ¿Entonces cómo se le ocurrió abrir una nueva
planta? ¿La primera planta de BMW en México está en crisis
arancelaria? Pues mala manera de empezar la semana, diría el
condenado a muerte que lo ejecutaron un lunes. Y finalmente, ¿México
está en crisis arancelaria? ¿Y todavía así se distrae dando
permisos para construir carros de lujo, en lugar de abocarse a
resolver el problema?
Por lógica, en cuanto que el sustantivo
más cercano a este predicado es México, es al país a quien el
lector tendría que atribuirle la crisis, pero luego uno se pregunta,
¿cómo puede tener problemas arancelarios un país, si él los
cobra, no los paga? Como puede darse cuenta el lector, al problema de
la pérdida de sujeto va indisolublemente unido otro problema: el que
escribe da por entendidas las cosas, y como él se conoce a sí
mismo, piensa que quien lo lee también lo habrá de captar, y pues
claro que no es así. ¿Solución? Inventarnos la información que
nos falte y rehacer el enunciado con algo de sentido común, aunque
siempre quedará la duda de saber si estamos inventando la solución
o en efecto le adivinamos el pensamiento al que escribe.
Lo que
yo haría en este caso sería acercar ese modificador a su
sustantivo, que creo puede ser BMW, para evitar la anfibología, y
así escribiría: “BMW, en plena crisis arancelaria, abre su
primera planta en México”.
Otro ejemplo no tan difícil.
“Como su abogado, él pone todo su esfuerzo en evitar que sea
sentenciado a la pena de muerte, sin embargo, no
lo logra
y termina
siendo ejecutado
en la horca”. Como nos podemos dar cuenta, los referentes son dos:
“abogado” y “él” (protagonista de una película). Por otro
lado, las acciones referidas que causan confusión también son dos:
“no lo logra” y “termina siendo ejecutado”. Desde un primer
momento hay duda de que “él” sea quien “pone todo su esfuerzo
en evitar que sea sentenciado”, porque el contexto indica que esa
labor sería propia del abogado, no del prisionero, pero bueno; en
las dos acciones subsecuentes es imposible saber a qué sustantivo
atribuírselas, ¿al prisionero o al abogado? A los dos, por lógica,
es posible suponerles esas acciones: “El prisionero no logra evitar
la sentencia” o bien “El abogado no logra evitar la pena de
muerte”, eso respecto de la primera de las acciones subrayadas,
respecto de la segunda pasa lo mismo: “El prisionero termina siendo
ejecutado”, o bien, “El abogado termina siendo ejecutado”. Ya
sé que esta última es absurda, pero la manera en como fue formulada
la proposición da pie para esas construcciones fuera de lugar. Yo lo
dejaría así: “Como su abogado, el prisionero lucha por escapar de
la pena capital, pero ambos fracasan ante los jueces y el asesino
termina por ser ejecutado”. Se puede observar que a cada sujeto le
dejé al lado la acción realizada y me preocupé por dejar claro
quién era el sujeto en cuestión introduciendo sinónimos para los
sustantivos (ambos, asesino); de esa manera quedan los tres
sustantivos con sus respectivas acciones: 1) El prisionero lucha por
escapar, 2) Ambos fracasan y 3) El asesino termina por ser
ejecutado.
Veamos un tercer ejemplo y con ello vayamos
concluyendo: “La vinculación que hace esta institución con todas
las carreras hacia la promoción de la cultura y el arte me pareció
magnifico”. Como se puede notar, en este caso la pérdida de sujeto
está relacionada con la falta de concordancia en género, además de
otras pifias cometidas. Veamos. El sujeto es “vinculación” e
inmediatamente se meten otros dos sustantivos: “institución” y
“carreras” y al final uno cuarto, “yo” (me). Lógico es que
la acumulación de sustantivos sin sus respectivas acciones empieza a
enredar las cosas. Vayamos ahora a analizar las acciones: “hace
promoción de la cultura” y “me pareció magnifico”.
Inevitablemente el lector se pregunta, ¿quién hace promoción, la
institución o las carreras? Otra pregunta: ¿quién vincula a quién,
la institución a las carreras o la institución a la cultura o las
carreras a la cultura o ambas? Tercera pregunta: ¿Qué es lo que le
parece magnifico a ese yo narrador, la vinculación o la promoción?
A mi parecer, pienso que lo que le pareció “magnifico” fue la
“vinculación”, por lo tanto, hay aquí una falta de concordancia
de género pues “vinculación” es femenino, no masculino, y por
lo tanto debió ser “magnífica” por supuesto, y no magnifico
como lo escribió el autor inicialmente, con una palabra grave y no
esdrújula. Yo reconstruiría el enunciado así: “Esta institución,
en todas sus carreras, relaciona muy bien a los alumnos con la
cultura y esa vinculación me pareció magnífica”.
Como
últimas reflexiones que te pido hagas está el observar estos tres
enunciados en los que hay pérdidas de sujeto (entre otros errores
escriturales) y los analices. En el ejercicio comprobarás lo difícil
que es descubrir el error y lo complicado que puede ser la corrección
porque no sabemos bien a bien qué quiso decir el que escribe:
El patio de la Universidad de Salamanca es un espacio abierto, más o menos cuadrado con unas fuentes que se llenan de pájaros por la mañana muy asoleados”.
Lleva un paquete bajo el brazo envuelto con papel de diario y atado con un hilo
Aislarnos es el primer paso para cortar lazos con los demás, poner los sentimientos sin mayor preocupación sobre las consecuencias nos llevan a tener barreras que son infranqueables a los puentes que da una amistad.
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*Doctor en literatura española. Imparte clases en la carrera de Letras Hispánicas en
la UdeG, Cusur.
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