Páginas

miércoles, 26 de febrero de 2025

Alfredo R. Placencia: 20 poemas del bardo del dolor, en CD

 



Salvador Encarnación



Martín Romo Becerra (qepd) interpretó con su lectura la poesía del padre Placencia (Jalostotitlán, 1875 —Guadalajara 1930) en un disco compacto (CD) grabado dentro de la colección EscuchARTE Jalisco, con el apoyo del PACMYC, el H. Ayuntamiento de Jalostotitlán y Vics.


Romo Becerra fue ganador de concursos de oratoria en su adolescencia organizados por el Consejo Nacional de Recursos para la Atención a la Juventud (CREA) en 1986. Desde entonces se le conoció como el recitador de Jalos, su pueblo de origen. Este disco, es la segunda presentación que hace Romo en CD de la poesía del “Bardo del dolor”, como se le califica a Placencia. El primero, ya inconseguible, apenas si se tienen datos de su existencia. En esta segunda entrega se incluye una selección hecha por el declamador quien afirmó en una entrevista con Alejandro Gutiérrez: “…tengo 20, 25 años declamando los poemas de Alfredo R. Placencia”.

Los poemas que se incluyen en 20 poemas del bardo…, están los poemas que se esperan estén incluidos: El libro de Dios, El Cristo de Temaca, Ciego Dios, Mi Cristo de Cobre, y otros dieciséis que hacen que la selección sea de primera.

En cuanto las ediciones de los libros del padre Placencia, son inconseguibles. Ernesto Flores hizo una reedición de El libro de Dios, además de una plaqueta para la UNAM, Alfredo R. Placencia Otro Adán expulsado y para FCE/CNCA, Poesía Completa, también inconseguibles. Existe el temor fundamentado que este CD esté corriendo la misma suerte.

La presencia del padre Placencia en el Sur de Jalisco está ligada principalmente al pueblo de Atoyac, donde fue párroco (23 de enero de 1920 a julio de 1921). Ahí compuso el poema Miserere, dedicado al Señor de la Salud, el Cristo de la población. Antes, 1910, se le invitó como maestro del Seminario de Ciudad Guzmán, puesto que declinó “estoy enfermo de los ojos” y le fue tomado como desobediencia.

En el siglo pasado, cuando niño, Juan José Arreola recitaba, entre otros poemas, El Cristo de Temaca. Esta envidiable virtud le valió allá en el Zapotlán de la tercera década del siglo, el apodo de “Juanito el recitador”. El 14 de abril de 1932, fue la develación del busto de Gordiano Guzmán en la Plazoleta “De Mendoza” (ubicada en la confluencia de las calles 1 de Mayo, Contreras Medellín y Núñez). En esa actividad: “El niño Juan José Arreola, notable declamador de doce años, recitó «Raza de bronce», que le fue aplaudida estrepitosamente”, señaló El Corresponsal de El Informador.





En su clase de Taller Literario —valga el recuerdo—, Arreola le daba lectura en voz alta a sus poemas preferidos. “¿Ya leíste al padre Placencia?” preguntaba. Y con su mano izquierda mostraba el poema (utilizándola como atril) y su voz fluía en la melodía correcta del poema. Otro lector del padre Placencia fue el poeta Ernesto Flores. Desde su inmenso sillón leía y escuchaba los poemas de los ahí reunidos. “Así te ves mejor, crucificado./ Bien quisieras herir, pero no puedes.” Leyó un tallerista. “Dele un tono de ironía” acotó Flores de inmediato. Y la lectura en voz alta fue otra.

Fue una sorpresa encontrar este disco en la librería Mariano Azuela en Guadalajara. Estaba en caja haciendo el pago de un libro cuando miré sobre el escritorio el CD. ¿Cuánto? pregunté. Un señor lo tomó y dijo: “Se lo regalo”.

El CD en comento trae impresos los veinte poemas en un pequeño cuadernillo que sirve también de portada. Las lecturas de los poemas se acompañan con la música de un piano, a manera de fondo. No se indica el nombre del pianista ni el de las composiciones musicales. Otra observación es la secuencia de los poemas en el cuadernillo, no es la misma que en CD. Y eso causa molestia. Además, se pudieron percibir dos o tres malditas erratas. A manera de ejemplo, al poema Mis versos hoy, está una (Y) griega en mayúscula y es minúscula. O en el poema El gran beso de Dios, al primer verso le falta el punto y aparte; al igual que al verso ocho.

En una sucinta antología de poetas mexicanos, José Emilio Pacheco opinó: “Párroco en pueblos apartados, Placencia fue el iniciador de una poesía religiosa mu y auténtica que supo hallar un tono diferente al de los místicos españoles. Toda su obra, que apenas comienza a ser leída, es como una violenta oración que interroga a Dios sobre el mal en el mundo”.




No hay comentarios.:

Publicar un comentario