Carlos I. Toledo
Vizcaíno
En los últimos meses, en Morena Jalisco
se ha visto y se percibe la polarización que existe entre las bases
(la militancia ideológica) y la dirigencia estatal del partido
movimiento que, junto con los “nuevos” referentes, resultado de
la Mega Alianza que lograron ganar municipios y diputaciones,
agrandan, cada vez más, la brecha de diferencias y sentimientos
encontrados entre ambos; podría decirse que son “las dos caras de
la 4T en Jalisco; una: la de la lucha social, con los problemas que
nos aquejan todos los días, y la otra: la de los grupos de la 4T
(Mega Alianza) que ostentan el poder del partido y del gobierno,
resultado de las pasadas elecciones”.
Por un lado tenemos una
militancia desgastada, emocional y físicamente, además de
completamente desilusionada de sus dirigentes (salvo honrosas
excepciones); dirigentes que solo los quieren cuando hay que llenar
camiones, cuidar casillas, llenar plazas o tocar puertas, donde por
más que lo expresan las bases por todos los medios posibles, la
dirigencia no escucha ni los toma en cuenta; una militancia que ayudó
a ganar municipios, diputaciones locales y federales, pero que, a la
hora de participar en sus municipios y tomar las decisiones
políticas, no se les toma en cuenta en lo más mínimo, solo una
simple “palmadita en la espalda” con un “nos van ayudar
muchísimo”, “gracias por su entusiasmo”, etc.
Las bases
ya se cansaron de ayudar a ganar elecciones, y que a la hora de
participar en el gobierno no se les tome en cuenta, ni siquiera se
les invite por educación y cortesía; en cambio los naranjas, azules
y tricolores sí participan en las administraciones de la Cuarta
Transformación, las cuales parecen mas gobiernos emanados de la
derecha que de la Mega Alianza (Jalisco). La militancia ya percibe
que en los próximos procesos electorales, solo va a participar
cuidando casillas y en los mítines, se puede decir incluso que ya se
tienen bajas dentro de la militancia (morena) de compañeros que hace
meses decidieron dejar de participar en lo mas mínimo.
Por su
parte, la dirigencia estatal no conecta con la base y, carente de
toda autoridad moral, al no saber sumar y si saber dividir, busca
justificar a través de "presuntos culpables" (diputados
locales), beneficios e intercambios para toda una bancada (Congreso
de Jalisco), a costa del pueblo de Jalisco; ello aunado a que el
grupo político que en este momento controla la dirigencia estatal, a
toda costa quiere controlar al partido en todos los rincones de
Jalisco. Es aquí donde aplica: “Si la unidad no es en torno a mi
y/o mi grupo no es unidad”.
Lo que la Mega Alianza, ha dejado
a la militancia es una complejidad política, intelectual e
ideológica, muy difícil de asimilar, donde anteriores candidatos
(convenencieros) que eran de otros partidos políticos, se suman a
morena y/o simulan cambiar de partido según sus intereses, y, por
ende, la militancia pierde su identidad política y se demerita su
sentido de pertenencia, de tal forma que aún no tenemos idea del
costo político que se tendrá al interior de las bases en el
futuro.
Por tanto, nos quedan dos caras de la 4T en Jalisco: la
de una dirigencia estatal (incluye gobiernos municipales y
diputaciones), que realiza asambleas informativas, ruedas de prensa,
se toma la selfie, señala supuestos logros locales y solo repiten y
repiten los logros del gobierno federal, y que creen que con eso
convencen a la militancia y ciudadanía; pero solo se autoengañan en
una burbuja color de rosa, fuera de la realidad, y muy distante de
las causas sociales de Jalisco; y la otra: el sentir de una
militancia que, cansada de expresarse y no ser tomada en cuenta, hace
sus propias luchas al lado de la comunidad y paciente abre camino
para que surjan nuevos y mejores lideres y dirigentes sociales.
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