jueves, 2 de enero de 2025

Gracias don Rafael


 

Fernando G. Castolo


Cuatro cirios encendidos chisporrotean junto al féretro de Monseñor. La Santa Iglesia Catedral de Santa María de la Asunción, basílica lateranense, ha sido dispuesta como capilla ardiente, a fin de que la feligresía pase a observarle por última vez. Todos desfilan. 




Todos desean despedirse de aquel Padre Obispo (como le bautizara Adolfo Espinoza de los Monteros). En la fila hay ricos y pobres; intelectuales, artistas, científicos, gobernantes civiles y eclesiásticos... Niños y adultos, hombres y mujeres que fueron marcados por aquel personaje que todo lo dio a raudales y que en esa entrega se fue transformando de hombre mortal a celestial. 






Se le veía como un Santo en vida, porque siempre ofreció el carisma de una portentosa personalidad de la que fue asistido. Amó como pocos a esta región diocesana, y quiso reposar en los suelos de su sede episcopal. Diecisiete años duró su mitrado, suficiente tiempo como para ganarse el corazón de todo un pueblo que vislumbró en su Pastor el celo de su noble ministerio. Casi un cuarto de siglo nos acompañó, nos escuchó, nos aconsejó y nos mimó como ese Padre Putativo de Jesús, el patrono juramentado San José. "El día que muera quiero que me velen a los pies del altar Josefino...", expresión de Monseñor que compartió el Cura oficiante como anécdota personal. En la historia de Zapotlán se guardan gratos y memorables recuerdos de sacerdotes que nos dieron lo mejor de ellos: Atenógenes Silva y Álvarez Tostado, Silviano Carrillo y Cárdenas, y José Manuel de Jesús Munguía y Vázquez. Hombres de Dios que inspiraron templanza y alegría en medio de las penurias que nos han agobiado. 


Así, nuestro tercer Obispo Diocesano, don Braulio Rafael León Villegas irradió lo mejor de su personalidad hacia este rebaño. Nacido en León, Guanajuato, el 26 de marzo de 1943, hijo de don Juan Rafael León Chávez y de doña Manuela Villegas Macías, ha dejado una huella imborrable en esta porción geográfica del Sur de Jalisco ahora que ha partido. Hace tres años le diagnosticaron cáncer en el páncreas, enfermedad que enfrentó con el mayor de los estoicismos, dando una invaluable muestra de su cercanía con Dios, quien finalmente lo llevó a su regazo la tarde de este lunes 30 de diciembre de 2024. Se fue mortalmente con el año, pero su presencia espiritual nos queda tatuada para toda la vida. Gracias don Rafael!... Y, en el cielo, una nueva estrella ilumina nuestra faz…


*Historiador e investigador.




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