miércoles, 15 de enero de 2025

1995: el renacimiento al ambiente creativo en Zapotlán

 



Fernando G. Castolo*


El renacimiento de Zapotlán el Grande en la escena cultural de vanguardia, sin duda alguna, surge en el año 1995. Sí, acababa de pasar el aniversario 500 del encuentro cultural de dos mundos, marco en el cual gana los Juegos Florales locales el poeta Francisco Hernández López, con una muy sentida composición sobre este episodio.


En diciembre del propio año 1994 aparece en circulación la revista "Imagen del Sur", una propuesta para acercar la cultura y el conocimiento a las masas a partir de muy elaborados y bien estructurados artículos firmados por personajes ya consolidados en el ambiente intelectual de la región: Federico Munguía Cárdenas, Vicente Preciado Zacarías, Adrián Gil Pérez, Juan Manuel Preciado, Manuel Munguía Castillo, entre otros, quienes se dan a la tarea de alentar las luces del conocimiento, teniendo como escenario el gran espectro regional del Sur de Jalisco.


Para agosto de 1995 sale a la circulación otra revista: "Más Identidad", cuyo contenido y continente buscaba lectores jóvenes; por ello, los colaboradores convocados también eran jóvenes talentosos que buscaban abrir perspectiva a la comunidad. Entre los firmantes de los artículos se encontraban el ya mencionado: Adrián Gil Pérez, José Luis Vivar Ojeda, Alfredo Cortés Sánchez, Jorge Ascencio Gutiérrez, Armando Romero Barajas, entre otros.





Ese mismo año de 1995 aparecen en la escena dos grupos literarios: "Las Peñas", colectivo que adopta su nombre del restaurante homónimo propiedad de don Vicente Hernández España; y "Casa de la Cultura" que pervive a la fecha.


El año 1995 se caracterizó por su atmósfera artística, intelectual y cultural, donde los movimientos y los colectivos tuvieron una efervescencia, como tenía tiempo no se daba. Recordemos que el último grupo cultural formal fundado en la localidad era el "José Clemente Orozco" que, desafortunadamente, ya había desaparecido hace 30 años. Este año de 1995 también es el mismo en el que saltan a escena dos importantes columnatas de la literatura guzmanense como lo es Víctor Manuel Pazarín Palafox y Julio César Aguilar Zepeda, entonces jóvenes en ciernes.


La Ciudad Guzmán de hace tres décadas reabrió sus ojos y elevó su estatura al de la época dorada. A partir de este año se reposicionó la comunidad en el espectro cultural de Jalisco y de México con trascendentes resultados.





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