Brasil Acosta Peña
Compañeros y compañeras del Movimiento Antorchista,
simpatizantes y amigos, me dirijo a ustedes con respeto para
reflexionar sobre el año que termina. Los tiempos que nos ha tocado
vivir en México han sido difíciles, y el cambio de partido en el
poder generó muchas expectativas de mejora en las condiciones de
vida para el pueblo. Sin embargo, la realidad ha mostrado que esas
expectativas no se han cumplido.
El sexenio de López Obrador
terminó sin que se alcanzaran los objetivos que se prometieron. Uno
de los grandes compromisos fue el combate a la corrupción, que
supuestamente permitiría recaudar casi un billón de pesos para
sacar de la pobreza a los mexicanos. No solo no se erradicó la
corrupción, sino que salieron a la luz escándalos mucho más
graves, que hoy están protegidos por el poder. Un claro ejemplo es
la "casa gris" en la que vivía uno de los hijos del
presidente, que pertenecía a una empresa con contratos con Pemex, un
claro conflicto de interés.
Lo mismo ocurrió con la casa de
Coyoacán, propiedad de un asistente del diario La Jornada, con el
que el gobierno mantiene convenios. Los escándalos relacionados con
el Tren Maya, los negocios de los hijos del presidente con sus
amigos, o la tragedia de los 40 inmigrantes muertos, siguen impunes.
Además, las acusaciones de enriquecimiento de la familia Bartlett
continúan vivas, evidenciando la persistencia de la corrupción en
el país.
A pesar de las promesas, el número de pobres creció
en 10 millones durante este sexenio. El reciente aumento salarial del
12% parece un avance, pero lo que no se dice es que el 80% de ese
aumento será absorbido por el SAT. De esta manera, la recaudación
para el gobierno aumentará, pero no para los trabajadores. Además,
las promesas sobre la reducción de los precios de la gasolina no se
cumplieron; hoy la gasolina cuesta casi 25 pesos por litro.
En
cuanto a la seguridad, la famosa estrategia de "abrazos, no
balazos" no solo no acabó con la violencia, sino que la
incrementó. En los seis años de gobierno, se alcanzaron 200,000
muertes violentas, lo que convierte a este sexenio en el más
violento de la historia reciente de México. El pueblo mexicano vive
con temor, y nuestras calles y hogares no están a salvo.
Por
otro lado, la cancelación del aeropuerto de Texcoco resultó ser una
decisión equivocada. En lugar de una mejor alternativa, tuvimos que
pagar por la cancelación, y el aeropuerto actual está en
condiciones deplorables. Se gastaron miles de millones en un
aeropuerto y una refinería que no tienen futuro. El Tren Maya, que
se prometió como una gran obra, sigue siendo un proyecto inviable y
costoso.
La salud, uno de los sectores más golpeados, sufrió
un recorte de 130,000 millones de pesos. Aunque se prometió un
sistema de salud como el de Dinamarca, la realidad es muy distinta:
los hospitales están desbordados, la atención es deficiente, y los
mexicanos debemos pagar por materiales médicos. Este sistema de
salud “mejor que el de Dinamarca” es una mentira que todos vemos
con nuestros propios ojos.
En cuanto a la educación, el país
retrocedió. Hoy, los niños aprenden menos y el sistema educativo no
mejora sus condiciones. Los teléfonos celulares se han convertido en
una plaga y una droga para los jóvenes, quienes no reciben apoyo
para enfrentar estos problemas. Mientras tanto, el gobierno sigue
entregando dinero a las grandes empresas y no combate los problemas
que afectan a los jóvenes ni a las familias.
La situación
económica también ha empeorado. Aunque el gobierno entrega dinero a
las familias más necesitadas, el resultado es que este dinero se
gasta en productos de empresas transnacionales, como refrescos, pan y
telecomunicaciones, dejando a las familias exactamente en la misma
situación, pero más endeudadas. Las grandes empresas siguen
enriqueciendo a los ricos, mientras que las familias pobres siguen en
la miseria.
Por último, este gobierno ha concentrado todo el
dinero en sus megaobras, dejando a las comunidades sin servicios
básicos. Las carreteras se deterioran, las escuelas no tienen baños
en condiciones, y los problemas de agua no se resuelven. Este es un
gobierno que, una vez más, ha fallado a la población.
A 50
años del nacimiento de Antorcha, queda claro que la única
alternativa para el pueblo mexicano es organizarse, concientizarse y
tomar el poder político. Solo así se logrará un país más justo,
libre y soberano. En este fin de año, les llamo a fortalecer nuestro
espíritu revolucionario y a seguir luchando por una patria mejor.
Antorcha tiene razón, y es necesario seguir convenciendo a los
mexicanos de ello.
Desde el Comité Estatal del Estado de
México, les envío un abrazo fraterno a todos y todas. Que tengan
unas excelentes fiestas y un año lleno de lucha y esperanza.
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