La meditación es algo que siempre puede
perfeccionarse. No tiene límites, ni de altura ni de amplitud.
Aunque aprovechamos las enseñanzas y los ejemplos que podamos
encontrar, la meditación es, en su esencia, una aventura individual,
y cada uno de nosotros la practica a su manera.
— Doce
Pasos y Doce Tradiciones, p. 99.
Mi desarrollo espiritual
es con Dios como yo Lo concibo. Con Él encuentro mi verdadero ser
interior. La meditación y la oración diarias fortalecen y renuevan
mi fuente de bienestar. Recibo entonces la disposición para aceptar
todo lo que Él tiene para ofrecerme.
Con Dios tengo la
seguridad de que mi viaje será tal como Él lo quiere para mí, y
por esto estoy agradecido de tener a Dios en mi vida.
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