domingo, 8 de diciembre de 2024

Gobernar Jalisco: compromiso formidable, honor excepcional

 



Pedro Vargas Avalos


El seis de diciembre, aniversario de la abolición de la esclavitud por el Padre de la Patria, Don Miguel Hidalgo y Costilla, -en nuestra Perla Tapatía el año de 1810, tras establecer en la capital de la entonces Nueva Galicia el primer gobierno nacional de México-, asumió el cargo de gobernador constitucional del Estado, el tapatío Jesús Pablo Lemus Navarro, de 55 años, sucediendo a Enrique Alfaro Ramírez.



El suceso estuvo previamente plagado de episodios dramáticos, desde la asunción de la candidatura (se asegura no era del agrado del ejecutivo estatal saliente) por Movimiento Ciudadano (MC); luego por una campaña electoral reñida y muy desgastante, para desembocar en los comicios del 2 de junio, que arrojaron defectos y vicios, los cuales sirvieron para un litigio poselectoral, que apenas hace unos días -el 16 de octubre- concluyó con la victoria del ahora mandatario jalisciense: ese día la Sala Superior del Tribunal Federal Electoral(TRIFE), desechó el recurso donde Morena pedía anular la elección por presuntas irregularidades, tales como la supuesta violación de la custodia de boletas, la extracción o pérdida de cédulas y la presunta intervención de funcionarios del gobierno de MC llamando al voto en favor de su entonces pretendiente a la gubernatura.


El asunto se había tornado tan embarazoso, que hasta la presidenta de la república evitó recibir al sobrentendido triunfador electoral, situación que se prolongó hasta incluso, cuando ya triunfante por resolución del TRIFE a su favor, la mandataria declaró que lo recibiría -en junta de gabinetes- ya que tomara posesión de gobernador, es decir, después del 6 de diciembre.


Por cierto, a propósito de esa fecha en que actualmente se inicia el período gubernamental y que sustituyó la muy añeja del uno de marzo, que databa a partir de los albores del sistema federalista, cuando el insigne Prisciliano Sánchez dirigió los destinos locales por casi dos años, debería cambiarse porque transcurren seis meses desde la elección, y en ese largo lapso tenemos dos gobernantes y una larga espera que, para mal de todos, permite todo tipo de especulaciones.





Recordando al citado primer gobernador constitucional, su prematura ausencia física -30 de diciembre de 1826- significó duro golpe no solo para Jalisco, líder en esos tiempos de la República, sino para toda la nación, pues ese preclaro mandamás jalisciense era reconocido como forjador del federalismo, cuya cuna precisamente fue nuestra Entidad. De parecida magnitud fue la desaparición del enorme Ramón Corona, quien falleció, siendo ejecutivo estatal, el 11 de noviembre de 1889, víctima de puñaladas que le asestó alevosamente el desequilibrado de nombre Primitivo Ron, un día antes.


Salvo esos dos próceres, no hemos tenido gobernantes locales cuya muerte estremecieran al país. Sin embargo, también fueron figuras de trascendencia nacional, los mandatarios de esta hermosa tierra que se distinguieron, uno como jurista y consolidador del juicio de amparo, el tapatío Ignacio L. Vallarta; otro, igual de ilustre, el pionero de la revolución mexicana, Manuel M. Diéguez.


Otros políticos destacados que habiendo sido gobernantes locales fueron vistos como brillantes personajes a lo largo y ancho de la tierra azteca, fueron el liberal Juan N. Cumplido, quien llegó a ser candidato presidencial a mediados del siglo XIX; también fue muy señalado como científico, el ingeniero Mariano de la Bárcena (por mucha gente identificado como Mariano Bárcenas). Ya en el siglo XX podemos anotar al gran literato Agustín Yáñez; al notable político Silvano Barba González, que ocupo los más importantes cargos públicos, faltándole solo ser primer magistrado federal; al abogado Jesús González Gallo, modernizador de Guadalajara y muy mencionado en su momento para ser candidato presidencial; y finalmente el profesor Juan Gil Preciado, de trascendente labor como secretario de agricultura. De estupenda trayectoria, pero no tan influyentes nacionalmente, aunque sí relevantes por su humanismo y buen gobierno, fueron Joaquín Angulo, J. Guadalupe Zuno, Francisco Medina Ascencio, Flavio Romero de Velasco y Enrique Álvarez del Castillo.





Gobernar Jalisco no cabe duda de que es un compromiso formidable y a la vez una distinción excepcional. Estar a la altura de los antedichos paisanos que han dirigido los destinos estatales, es todo un reto. Nuestro estado es un punto de referencia nacional en todos los órdenes: en todo el mundo, cuando se habla de México, indudablemente se piensa en el tequila, el mariachi, la charrería, la birria, el pozole, las tortas ahogadas, las mujeres hermosas, los hombres gallardos, el jarabe tapatío, los alegres sones y las contribuciones excepcionales que los oriundos de esta tierra han aportado para el desarrollo de la nación, las ciencias, la cultura, las tradiciones, etc., etc.


Ahora ha tomado las riendas de mando en la maravillosa tierra de los jaliscienses, el Licenciado en Administración de Empresas, por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), Pablo Lemus Navarro. El luciente mandatario además de su carrera profesional cuenta con dos postgrados: uno en Finanzas, que logró en la Universidad Panamericana (UP) y otro estudio especializado en Alta Dirección de Empresas, culminado en el Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresas (IPADE). Además, tiene la experiencia de haber presidido el Ayuntamiento de Zapopan, en dos ocasiones, y el de Guadalajara, de cuya posición pidió licencia para contender por la gubernatura. En su toma de protesta, manifestó que la Entidad inicia una nueva etapa inducida por la estabilidad, la construcción y el progreso. Al mismo tiempo “el mandatario estatal aseguró que su Gobierno no sería ni de izquierda, ni de derecha, sino de resultados y eficiencia, cercano a la gente, humilde y sencillo”. En ese sentido, comentó que la conformación de su gabinete era plural, “y no solo paritario, sino con una mayoría de mujeres”. Además, calificó que su equipo de trabajo contaba con experiencia, capacidad y honestidad “probada”. (Zeta, periódico digital, 6-XII-024). No queda más que esperar resultados.





A los alcaldes y demás políticos les dijo: "Compartamos un mismo objetivo, construir un Jalisco más fuerte, líder, con visión y concentrado en dar resultados". La intención es magnífica, esperemos que no solo sea buen propósito. Cuando arribó a Palacio de Gobierno, saludó a modestos ciudadanos y declaró: “Aquí voy a tener el honor de recibirlos. Puertas abiertas”. Ojalá que eso sea cierto, lo cual resultaría plausible.


Muchos retos lo esperan, desde seguridad y mantener el estado de derecho, cuyo objetivo es la justicia, hasta lo relativo al agua, los caminos, la salud, la educación, la cultura, la productividad en el campo y las fábricas, el comercio y el turismo. Como dijimos líneas arriba, Pablo Lemus Navarro al rendir su protesta como gobernador constitucional, aseguró que será un mandatario al estilo Jalisco, rasgo que expuso de la siguiente forma: “Voy a hacer un Gobierno al estilo Jalisco, porque me siento muy orgulloso de mi tierra. ¡Que viva Jalisco, que viva su gente, que viva su dignidad! Este es el gran sueño que les invito a compartir. Somos mucha pieza… y vamos a constituir un Gobierno unido, con progreso, desarrollo económico y social”. Afirmó que será un gobernador alegre y cercano a las personas y que “Jalisco merece tener estabilidad política. Voy a ser un gobernante serio, cercano y alegre. Voy a estar cerca de la gente, de los medios de comunicación. Estoy muy feliz, gracias a todas y todos ustedes por haberme convertido en su gobernador. No les voy a fallar”.


En fin, confiamos que Pablo Lemus sepa trabajar con pasión y logre recobrar el liderazgo que históricamente detentó Jalisco. Tiene como arquetipos a los gobernadores que hemos mencionado líneas arriba, para quienes la grandeza de la Entidad fue su mística y su máxima tarea. Ojalá el flamante mandatario, sepa estar a la altura de esos antecesores suyos, lo cual, desde luego, todos sus coterráneos lo anhelamos.




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