Los AA somos gente activa que disfrutamos de las satisfacciones de enfrentarnos a las realidades de la vida… No es de extrañar que a veces tengamos tendencia a menospreciar la oración y la meditación, considerándolas como cosas que no son realmente necesarias.
Me estaba alejando del programa ya por algún tiempo, cuando la amenaza de una enfermedad mortal me hizo volver a la práctica del Undécimo Paso de nuestra comunidad. Aunque llevaba quince años y era muy activo en el programa, sabía que la calidad de mi sobriedad había desmejorado mucho. Dieciocho meses después, un examen médico reveló un tumor maligno y una prognosis de muerte segura dentro de seis meses. La desesperación se apoderó de mí cuando ingresé en un programa de rehabilitación, después del cual dos ataques de apoplejía revelaron dos tumores cerebrales grandes. Según iba tocando nuevos fondos, tenía que preguntarme por qué me estaba sucediendo esto. Dios me permitió reconocer mi deshonestidad y recibir enseñanza otra vez. Los milagros empezaron a suceder. Pero primordialmente volví a aprender el pleno significado del Undécimo Paso. Mi salud ha mejorado dramáticamente y mis males son insignificantes en comparación con lo que casi perdí.
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