jueves, 12 de diciembre de 2024

Buñuelos con sabor a diciembre

 


Fernando G. Castolo


Como tradición, en la casa de mis abuelos maternos, se elaboraban unos buñuelos muy simpáticos, nada parecidos a los que se comercializan hoy en día y que su complejo diseño se hace con la ayuda de un molde, cosa que tiene su gracia, porque no es fácil fabricarlos y evitar que en el experimento se rompan, por la fragilidad del producto.



No, en casa de mis abuelos los buñuelos eran unas enormes tortillas de harina fritas. Por las tardes, mi abuela disponía harina de trigo, y en la lumbre (porque era cocina de fogones) ya había un líquido en cocción que se endulzaba con piloncillo y (creo) hojas de tomate verde. Ese líquido se vaciaba a la harina y servía como aglutinador.


El resultado era una masa cafecita de la que tomaban una bolita, la que, dispuesta en una mesa enharinada, estiraban con la ayuda de un rodillo hasta adquirir una delgadez extraordinaria, una verdadera obra de arte culinaria. Esa masa estirada se ponía a freír en un anafre con manteca, hasta que quedaba dorada por ambos lados. Así, crocantes, disponíamos de esas delicias y las triturábamos en un plato hondo, al que le vacíabamos otro líquido que se elaboraba igualmente con piloncillo y hojas de higo. A un lado un enorme vaso con leche bronca.





Aquello era la delicia y la gran casa se aromatizaba de la golosina decembrina. Mi madre heredó la gracia de elaborar esos buñuelos, pero ese gusto no nos fue heredado a sus hijos. Hemos perdido esa hermosa tradición como tantas otras se han perdido en todos los núcleos familiares, recuerdos que nos permiten regocijarnos y celebrar lo que se tuvo y que, por desgracia, no se tiene más. La época decembrina es un invitatorio a la reflexión profunda, donde la nostalgia hace presencia en medio de la alegría de sabernos rodeados de las personas que nos significan un afecto especial. Hagamos, pues, de estos encuentros algo inolvidable, que nos permita trascender en los corazones de las futuras generaciones... Que los buñuelos festivos sean motivo suficiente para evocar un bonito recuerdo que haga iluminar con una sonrisa el rostro de todos los seres humanos...


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