lunes, 4 de noviembre de 2024

Polvo y Olvido de Zapotlán

 


José Luis Vivar


No se equivocaba Oscar Wilde al señalar que si nunca se habla de una cosa, es como si nunca hubiera sucedido. Lo mismo puede decirse de las personas que han fallecido. Después de un tiempo sus mismos familiares les llegan a olvidar y es como si nunca hubieran existido. Finalmente es lo que también con las figuras públicas.


Por eso, es muy lamentable cuando se trata de alguien que consagró su vida al Arte o ciertas actividades que fueron en beneficio de la sociedad, sin que se les reconozca en el lugar en donde nacieron. Más que seres anónimos son los olvidados, los que muy pocos o nadie reconoce.


Los Olvidados
de Milton Iván Peralta (Colección Ilustres de Zapotlán, Edit. Cartonera, 2024) es un díptico que refiere la semblanza de dos personajes, de dos sombras que se presentan a sí mismos: Lupe Marín y José Gómez Ugarte. La primera, pese a su talento se le ha encasillado como la esposa del muralista Diego Rivera. El otro, un escritor que brilló con luz propia pero en la ciudad de México como periodista y poeta.






 El escritor Juan García Ponce comentaba sobre los cuadros que Juan Soriano había hecho a Lupe Marín, que cada imagen permanecería por lo que eternamente
es, como símbolo y mito. No se equivocaba, ella sola creó su propia leyenda, su propia obra. Utilizó la palabra escrita y su rebeldía como armas para enfrentarse a una sociedad mexicana que no aceptaba a las mujeres como creadoras. No es en vano decir que Diego Rivera le deba más a Lupe que ella a él.

Con una sólida documentación, Peralta nos muestra un panorama de esta ilustre zapotlense desde sus primeros días en esta ciudad, hasta su etapa como esposa, madre y su divorcio con el pintor. Luego su impulsivo y feroz matrimonio con el poeta Jorge Cuesta.


 Asimismo, relata su paso por las letras con sus novelas, pero sobre todo con ese espíritu de libertad que la acompañó a lo largo de su vida. Al cortarse el pelo para convertirse en una Flapper o pelona, y usar la falda corta, despertó la ira y del machismo y de las mujeres de los años veinte. Nada ni nadie la detenía. Por eso más que triunfos o fracasos, Lupe Marín es una artista a la que se le debe entender como Mujer de su época.





 A diferencia de otros escritores, José Gómez Ugarte prefirió la oscuridad y el silencio de la noche. Aunque al mismo tiempo supo hacer de la crítica su aliado y fue testigo viviente de un México que finalizaba su etapa porfirista y entraba a otra con balas y cañonazos de la Revolución Mexicana.


 Alérgico al nuevo orden de la vida, su nacionalismo puro le impidió entender el Jazz, prefería la música típica tradicional mexicana y no las complejas armonías de Cole Porter, Jack Cummings y Scott Joplin, por citar tres ejemplos. Pero más allá de sus diatribas está su talento como poeta.





 Peralta señala las palabras de Hugo Gutiérrez Vega: el periodista debe leer poesía para no perder la sensibilidad, y Gómez Ugarte no solo la leía sino que se daba tiempo para escribir sus propios versos, una actividad artística que muy pocos cultivan hoy en día.


 A pesar de lo que poco que se sabe de él, fue un verdadero intelectual porque siempre estuvo en la trinchera de las ideas defendiendo sus puntos de vista, desde sus escritos en la soledad de una habitación o en las ruidosas asambleas con grupos afines.


 Dos vidas, dos personajes que merecen ser rescatados del polvo y del olvido. En una bella edición este libro tiene abiertas sus páginas para quien quiera conocerlos. Al final sabrá las razones por las cuales deben ser considerados como Hijos Ilustres de Zapotlán.


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