Víctor
Hugo Prado
La estabilidad y crecimiento económico de México tienen sustento en la inversión nacional y extranjera, pero más de la extranjera. Y de la extranjera la inversión más relevante es la de los Estados Unidos, con quien se tiene una enorme dependencia económica a través del tratado comercial conocido como T-MEC; de éste depende nada más y nada menos que el 60 % del Producto Interno Bruto (PIB) mexicano; mediante el T-MEC se tiene más de 80 % de las exportaciones y la inversión extranjera directa con la Unión Americana.
Que no nos vengan con “cuentos chinos”, diciendo que el crecimiento del país se debe a la popularidad del gobierno anterior o de éste, o de lo bien que se maneja la CFE, de lo inmensamente productivo que es PEMEX o porque la refinería Dos Bocas -que ya no está en la boca del Gobierno- providencialmente empezó a producir excedentes de combustibles e inundó el mercado internacional. No, no es por eso. Se debe a la inversión extranjera, mayoritariamente proveniente de los Estados Unidos.
Para nuestros vecinos del norte, México por su cercanía geográfica, por su mano de obra calificada y más barata, ha encontrado un nicho de inversión. No obstante, han visto como amenaza de sus inversiones el narcotráfico, la inseguridad y violencia y la incontenible migración que proviene de Sudamérica incluyendo a nuestro país; también el coqueteo con China por promover la inversión en el ramo automotriz.
La candidata y el candidato que hoy se disputan la presidencia, Kamala Harris y Donald Trump han lanzado severas propuestas de campaña que pueden afectar la estabilidad económica y la inversión. En el caso de Donald Trump, ha lanzado advertencias de aplicar impuestos de 25 % o más, a todas las exportaciones mexicanas, si México no detiene la avalancha de migrantes que intentan cruzar a EU, que podría hacerse efectivo si gana la presidencia.
Por su parte, Kamala Harris, quien ha expresado a los electores de los Estados Unidos su desacuerdo con el T-MEC, en la revisión programada para 2026 podría hacer que empresas e inversiones salgan de México. Ello, con la consecuente pérdida de los beneficios del nearshoring, salida de capitales y menor crecimiento, lo que se traduce en un decremento del empleo y del ingreso para los mexicanos.
Si el país, que ha crecido en promedio el 1.4 por ciento durante los últimos seis años, dejará de crecer eso mismo, representa la pérdida de 400 mil a 500 mil empleos afectando además la inflación y el valor del dólar con relación al peso. Y si aparte a nuestros vecinos les ponemos en la bandeja un país con incertidumbre legal por las destructivas reformas al poder judicial, no puedo imaginar cómo nos podrá ir en esta encrucijada. Ante ello, que Dios nos agarre confesados.
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