Páginas

jueves, 7 de noviembre de 2024

Lo Zúñiga en Juan José Arreola


 

Fernando G. Castolo*



Los talentos no siempre se heredan de la familia paterna, también existe un lazo importante con la familia materna y, muchas veces, es más fuerte su presencia en nuestra personalidad. Así, pues, hablar del notable escritor Juan José Arreola, siempre nos remite a observar, de forma obligada, su herencia paterna, y se ha seguido un acucioso estudio genealógico ventilado, por ejemplo, en libros como "Vida y obra de Juan José Arreola" de Orso Arreola.


Sin embargo, existen muy pocos asomos a su apellido Zúñiga, el de su madre, donde igualmente hay personajes notables que, sin duda alguna, fortalecieron sus dones creativos en el campo literario. El propio Juan José, a través de sus memorias rescatadas en sendos libros como "Memoria y olvido" de Fernando del Paso, ventila que en su familia materna eran herreros y fundidores... Recuerda mucho a su tío Daniel Zúñiga quien lo llevaba al cine de niño.


Resalta en sus memorias aquel episodio en el que el tío Daniel se encontraba contemplando el cielo y, en un momento determinado, le dijo a su padre: "Felipe, que se me hace que esta noche va a temblar...". Su voz fue profética. También refiere que su tío Epifanio Zúñiga "creó la fundición en Zapotlán".






Con su risa infantil se transporta a su primera borrachera (con ponche de granada) con sus primos los Zúñiga: "primero fue la euforia, bailamos y cantamos, y siguió el horror". Cuando se fue a la ciudad de México, para costear su viaje, vendió la escopeta calibre 24 que le compró a Daniel Zúñiga quien, además, lo recomendó para que llegara con algunas amistades para que le dieran hospedaje. Por el propio Daniel supo que París era una importante ciudad y no el lugar de donde procedían los niños.

En fin, los Zúñiga quizá le heredaron a Juan José ese don de la fundición, ese fundir ideas para generar maravillosos textos que le hicieron trascender. Los Zúñiga también le heredaron el talento por descubrir novedades y convertir lo ordinario en algo extraordinario; saber que los niños no necesariamente vienen de París, a donde tuvo que viajar para convencerse por sus propios ojos. Lo del ponche, lo refinó y prefirió los tintos por el resto de su vida. Juan José no solamente es Arreola, también corren por sus venas las benevolencias de los Zúñiga...




No hay comentarios.:

Publicar un comentario