Fernando G.
Castolo*
Los talentos no siempre se heredan de la
familia paterna, también existe un lazo importante con la familia
materna y, muchas veces, es más fuerte su presencia en nuestra
personalidad. Así, pues, hablar del notable escritor Juan José
Arreola, siempre nos remite a observar, de forma obligada, su
herencia paterna, y se ha seguido un acucioso estudio genealógico
ventilado, por ejemplo, en libros como "Vida y obra de Juan José
Arreola" de Orso Arreola.
Sin embargo, existen muy pocos asomos a su apellido Zúñiga, el de su madre, donde igualmente hay personajes notables que, sin duda alguna, fortalecieron sus dones creativos en el campo literario. El propio Juan José, a través de sus memorias rescatadas en sendos libros como "Memoria y olvido" de Fernando del Paso, ventila que en su familia materna eran herreros y fundidores... Recuerda mucho a su tío Daniel Zúñiga quien lo llevaba al cine de niño.
Resalta en sus memorias aquel episodio en el que el tío Daniel se
encontraba contemplando el cielo y, en un momento determinado, le
dijo a su padre: "Felipe, que se me hace que esta noche va a
temblar...". Su voz fue profética. También refiere que su tío
Epifanio Zúñiga "creó la fundición en Zapotlán".
Con
su risa infantil se transporta a su primera borrachera (con ponche de
granada) con sus primos los Zúñiga: "primero fue la euforia,
bailamos y cantamos, y siguió el horror". Cuando se fue a la
ciudad de México, para costear su viaje, vendió la escopeta calibre
24 que le compró a Daniel Zúñiga quien, además, lo recomendó
para que llegara con algunas amistades para que le dieran hospedaje.
Por el propio Daniel supo que París era una importante ciudad y no
el lugar de donde procedían los niños.
En fin, los Zúñiga
quizá le heredaron a Juan José ese don de la fundición, ese fundir
ideas para generar maravillosos textos que le hicieron trascender.
Los Zúñiga también le heredaron el talento por descubrir novedades
y convertir lo ordinario en algo extraordinario; saber que los niños
no necesariamente vienen de París, a donde tuvo que viajar para
convencerse por sus propios ojos. Lo del ponche, lo refinó y
prefirió los tintos por el resto de su vida. Juan José no solamente
es Arreola, también corren por sus venas las benevolencias de los
Zúñiga...
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