La verdadera humildad y amplitud de mente pueden llevarnos a la
fe…
— Doce Pasos y Doce Tradiciones, p. 31
Mi
manera alcohólica de pensar me llevó a creer que yo podía
controlar mi forma de beber, pero no pude. Cuando llegué a A.A., me
di cuenta de que Dios me estaba hablando por medio de mi grupo. Mi
mente estaba abierta solamente lo suficiente para darme cuenta de que
yo necesitaba Su ayuda. Tardé más tiempo en llegar a lograr una
real y honesta aceptación de A.A., pero con ella llegó la humildad.
Yo sé cuán loco estaba y hoy estoy muy agradecido por tener
restaurado mi sano juicio y por ser un alcohólico sobrio.
Este
nuevo y sobrio yo es una persona mucho mejor de lo que hubiera podido
ser sin A.A.
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