martes, 12 de noviembre de 2024

¿La universalidad de un zapotlense?

 



Fernando G. Castolo*



Hace casi 15 años coincidí en la ciudad de Colima con el ingeniero Rafael Tortajada, de la Sociedad Colimense de Estudios Históricos, un personaje muy peculiar en la cultura de aquella entidad, dado que dominaba los temas históricos y los compartía con un singular aderezo en pláticas amenas que atraía la atención de propios y extraños.


Era en la época un personaje con la edad de los canónigos, es decir, ya entrado en años. Esa vez que me abordó muy saleroso me dijo: "Oiga, ¿Usted sabe que el Rey Coliman era de Zapotlán?" Por supuesto, quedé atónito y con gran entusiasmo me dispuse a escucharle. "Es que el modelo que inspiró las formas de esta escultura era de Zapotlán…".

El historiador Carlos Pizano y Saucedo en su libro "El Rey de Coliman" (1955), comenta que este personaje prehispánico, "hombre sin vicios y con grandes virtudes del que nadie da una explicación satisfactoria acerca de su origen", expulsó a los Tarascos que invadieron las inmediaciones de las provincias de Sayula, Zacoalco y Zapotlán.





La encomienda de la monumental obra escultórica estuvo a cargo del artista Juan F. Olaguíbel, contratado por el Gobierno del Estado. La escultura está labrada en bloques de piedra de la región, con una altura total de ocho y medio metros (incluyendo el pedestal). El propio Pizano y Saucedo comenta que el escultor cometió una serie de atrocidades en la interpretación de los elementos que adornan la figura, dado que no respetó indumentarias propias del lugar.


En su mismo libro resalta que la verdadera efigie del célebre guerrero colimense es una pieza que conservaba en la época la señora María Ahumada de Gómez, en que se le representa "sentado en su trono y con su traje de corte".

El ingeniero Tortajada comentó en aquella charla que el escultor buscó afanosamente, entre los tipos nativos de Colima, a alguien que le sirviera de modelo para la ejecución de su obra. Pasando por una calle que la estaban arreglando le llamó la atención un empedrador, de rasgos indígenas, alto y corpulento. Al momento se le acercó y le invitó para que fuera su modelo. "Este empedrador era de Zapotlán", me dijo. Desde entonces se tiene una icónica escultura del Rey Coliman inspirada en las formas físicas de un humilde empedrador zapotlense. Por supuesto, esta versión la he cotejado con otros ilustres historiadores de Colima, pero nadie da razón de aquella anécdota del ingeniero Tortajada.

Lo cierto es que la escultura enarbola las recientes monedas de $20 pesos, que la Casa de Moneda de México ha sacado a circulación en homenaje al 500 aniversario de la fundación de la primitiva Villa de Colima. La moneda rápidamente fue conocida en todo el hemisferio a través de las redes sociales. ¿Representará a un zapotlense? No lo sé, pero me gusta pensar que sí…


*Historiador e investigador.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Popular Posts