miércoles, 27 de noviembre de 2024

¿Escribir a mano sigue siendo una opción?


 

José Luis Vivar


Los nostálgicos siguen añorando las máquinas de escribir. Sí, aquellas pequeñas o grandes artilugios ruidosos que durante el día ensordecían y por las noches no dejaban dormir a nadie. Su uso sirvió por mucho tiempo, incluso tuvieron una fuerte competencia con las primeras computadoras, hasta que alguien logró que estas últimas fueran más pequeñas y fáciles de usar, mismas que nombraron laptops, voz inglesa que traducida al español significa encima del regazo. Aunque algunos usuarios las colocan encima del vientre.



Su aparición en el mercado se hizo popular y en antes de que finalizara el siglo XX sustituyó de forma definitiva a las máquinas de escribir, dando fin a una época que duró más de cien años —en 1829 William Austin Burt, patentó la primera a la que llamó tipógrafo—, aunque algunos se resistieron a guardarlas o venderlas como fierro viejo.


La comodidad de usar una laptop que podía trabajar con una batería fue algo que atrajo al público consumidor. A pesar de que las primeras en salir al mercado eran toscas y un poco pesadas, nunca se comparaban a los 7 kg de una máquina de escribir convencional. Sin embargo, esta situación fue solucionándose y las computadoras portátiles entraron a dieta y se volvieron más delgadas y con menos peso.





Nunca como antes escribir se convirtió en una actividad tan rutinaria como útil. Los trabajos académicos a partir del nivel de estudios de secundaria, documentos, informes, las escrituras notariales, resúmenes clínicos, recetas médicas, entre otros, son hechos en una computadora, portátil o de escritorio; incluso en tablets. La rapidez, la eficacia y la facilidad para corregir un texto, una lista o una gráfica, las hacen únicas e indispensables.


Tanto se ha olvidado el uso de la pluma, lapicera, lápiz o bolígrafo en las actividades señaladas arriba y otras más, que al ver a alguien tomando notas a mano, llaman la atención, porque en estos tiempos se trata de hacer todo de manera inmediata, no postergar la espera. Esto es, nadie quiere que esas palabras en el papel sean pasadas en una computadora, porque significa perder tiempo.


Lo lamentable del asunto es que a los niños se les enseña a escribir a mano, y seis años más tarde todo eso pasa a segundo término porque entran a la etapa cibernética. El lápiz y los cuadernos se vuelven un asunto del pasado.

Pero ¿se pierde algo si dejamos de escribir a mano? Mucho. Más de lo que uno se imagina Se pierde por ejemplo la motricidad fina, uno se vuelve torpe con las manos. Por otra parte, afecta a los lóbulos frontales que son los encargados de la memoria, el razonamiento y la solución de problemas. Cuando se escribe a mano se graban mejor las cosas. Altera la función de los lóbulos temporales, encargados de la concentración. Asimismo, perjudica a los lóbulos parietales cuya función es la orientación espacial.





Escribir a mano permite ordenar mejor las ideas, tener mayor claridad de lo que se está anotando. No pasar por alto detalles que en un teclado se omiten porque los pensamientos no llegan a ser plasmados. Doy fe que esto es verdad y me ocurre a menudo.


Las laptops son de gran utilidad, pero no se debe olvidar la escritura a mano. Un diario, pensamientos, anécdotas, o copiar recetas, poemas, lo que se prefiera, son sugerencias que se nos dan para no perder esa maravillosa habilidad que aprendimos en la infancia, a pesar de la tecnología que cada día presenta algo nuevo. Y dejar de lado a los nostálgicos que todavía añoran las obsoletas máquinas de escribir.


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