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jueves, 14 de noviembre de 2024

El rastro municipal


 

Fernando G. Castolo*


Consumir carnes rojas es parte de la dieta y cultura que pertenece a ese sincretismo experimentado hace 500 años. Las carnes de cerdo y res, sobretodo, son esenciales en el proceso alimenticio y, para su preparación, existen las mil recetas que entusiasman el apetito.


Se tiene noticia que el primitivo Rastro de Zapotlán se localizaba en el hoy breve espacio atrial del templo parroquial de San Antonio de Padua, en la confluencia de las calles Federico del Toro y Bustamante.


En el siglo XIX era don Juan Vázquez el encargado de la administración de los cárnicos consumidos en la localidad. En torno a este improvisado establecimiento llamado Rastro, se encontraba la vetusta capilla de San Antonio, y por las muchas quejas de la falta de higiene y, por consiguiente, de los fétidos olores, fue conveniente pensar en su cambio.





Así fue como se construyó el primer formal Rastro, sobre la calle Victoria, en el predio que hoy ocupa la Casa de la Cultura Municipal. Ahí permaneció durante gran parte del siglo XX, hasta que en los años setenta se deposita la primera piedra del citado inmueble cultural. A partir de ese momento, el Rastro Municipal se trasladó a grandes, cómodas y bien equipadas instalaciones ubicadas sobre la calle Allende, en su confluencia con la calle Abasolo. Obviamente, a pesar de que se aplicaban medidas más exigentes para la matanza y la administración de carnes, novedosas normativas aparecieron, motivadas por la presencia de sustancias dañinas en los animales como el clembuterol.


Ello dio pauta para generar un nuevo Rastro Municipal dentro del complejo del Parque Industrial 2000 de Zapotlán el Grande. La construcción de este Rastro TIF viene a garantizar que los productos cárnicos cuenten con la calidad estandarizada de los mercados y del consumidor.


*Historiador e investigador.




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