Pedro Vargas Avalos
En la actividad política existen ámbitos clarísimos: la
derecha, el centro y la izquierda. Cada sector tiene subdivisiones
-moderados, radicales, etc.-, pero lo sustancial son las facetas
antedichas. Según ciertos autores y conforme los datos que la
historia nos presenta, la derecha siempre es el segmento de
ciudadanos que normalmente integrados -como militantes o
simpatizadores- a un partido, están fuertemente ligados a los
intereses de las clases altas social, cultural, religiosa o
económicas.
Por su parte, la izquierda está conformada por integrantes o partidarios de las clases bajas en lo económico o en lo social, de allí tildarlos de populistas.
Finalmente, se ubica al centro, esfera de modosa órbita ideológica que simboliza a las clases medias, con matices que hacen exista el centro-izquierdismo o la corriente centroderechista.
Para comprender fácilmente lo que cada una significa, acudamos al diccionario del español: la derecha en las asambleas parlamentarias, la encarnan los representantes de los partidos conservadores. En consecuencia, esta esfera política es el conjunto de personas que profesan ideas cautelosas, en algunos aspectos moderadas y en otra orientación de plano reaccionarias, sobre todo cuando la dominan principios de matiz aristocrático o religioso. Nacionalmente favorecen una participación disminuida del Estado, en tanto que internacionalmente, son amantes de sustentar firmes nexos con estados capitalistas.
En cuanto a las izquierdas, la postulan los que luchan contra la desigualdad, porque cada persona tenga oportunidades para el desarrollo en toda faceta de la vida, es decir, siempre abanderan las demandas de los menos favorecidos, y defienden firmemente el nacionalismo, sosteniendo mantener relaciones con todas las naciones respetando su autonomía, es decir la autodeterminación de sus pueblos. El centro, ya sabemos, son comodinos y de acuerdo con las circunstancias, se mueven hacia derecha o izquierda.
Así las cosas, en nuestra patria, la derecha la encabeza el panismo; la izquierda, el lopezobradorismo -cuyo partido estandarte es Morena- y en el centro, (hoy por hoy aliado a la derecha, de allí el PRIAN forjador del neoliberalismo) se puede ubicar al priismo, actualmente con rasgos derechistas, y al emecismo -Movimiento Ciudadano, MC- que sus críticos le llaman “panismo naranja”.
De acuerdo con las recientes elecciones generales, -2 de junio pasado- la victoria fue apabullante a favor de la izquierda; para la derecha, resultó un desastre. A pesar de esa catástrofe, los conservadores mexicanos, cachazudos en presentar a la ciudadanía sólidas propuestas para ganarse su respaldo, prefieren engallarse y con arranques soberbios, mantener actitudes desafiantes. Y en su zozobra, en vez de acudir al pueblo, apelan a organismos (incluso naciones) extranjeros para combatir a sus adversarios político-ideológicos.
Los exponentes máximos de la derecha y la centroderecha autóctona andan fuera de la República: España -Felipe Calderón, Carlos Salinas, Enrique Peña Nieto, etc.- y Estados Unidos -como Francisco J. García Cabeza de Vaca, sedicente prófugo- son sus lugares favoritos. Una excepción, es el excandidato presidencial blanquiazul, Ricardo Anaya, quien, tras su autoexilio en el vecino país norteño, con la complacencia del saliente dirigente panista -Marko Cortés- logró ser senador y por ende, gozar de buenos ingresos y sobre todo, de fuero. Así su enfermizo sentimiento de persecución -el león cree que todos son de su condición- recibió alivio y regresó para ocupar su jugoso escaño.
Este señor, a cada rato, en declaraciones de prensa o participaciones desde la tribuna senatorial, habla de que ellos -la derecha- representan al 46 por ciento de la población, porque los morenistas y aliados solo obtuvieron el 54% de sufragios. En tan extravagante argumentación, da por hecho que los abstencionistas y cada voto no emitido a favor de la izquierda, son de ellos. De allí que busque refutar a los sostenedores de la Cuarta Transformación (4T), de que los apoya el pueblo. Si Pitágoras lo escuchara, quedaría atónito, mudo por tanta estulticia del panista: de un total de casi cien millones de posibles votantes, solo sufragó el 61.04%. De este porcentaje, el PAN solo obtuvo 9 millones 644 mil 918 votos, frente a los 27 millones 364 mil 649 de Morena, sin aliados. Es pues impúdico, que el partido símbolo de la derecha vernácula alegue, sin escrúpulos, una enorme falsedad para acreditar que tiene a su favor una cifra casi igual a la de los lopezobradoristas.
En cuanto a los líderes formales de los conservadores mexicanos a Marko Cortés, que ya dejó realmente de ser guía, lo califican tres peripecias, comenzando con la de su enfrentamiento con el expresidente Calderón, cuando este le dijo: eres el hombre de las tres emes, la primer “M” por tu nombre Marko, la segunda por ser mediocre y la tercera por miserable. El 29 de octubre Marquitito -otro apodo alusivo a su pequeñez- andaba por España, y allí con el apoyo del derechista partido popular hispano, dijo que buscaba “cooperación para defender la democracia y combatir el populismo”. El tercer caso es cuando por proponer que se declare terroristas a los narcos mexicanos, y con ello solicitar ayuda a Estados Unidos y Trump, la presidenta Claudia Sheinbaum, expresó que “era ridículo o traidor a la patria. (Proceso, 11-11-024).
Como un controvertido político panista acaba de ser electo por sus parciales como sucesor de Marko, -Jorge Romero Herrera- al frente del PAN, este con gran soberbia le ofreció “por una sola vez” diálogo al gobierno de la Cuatro T. En respuesta, la presidenta Sheinbaum, en la mañanera del siguiente, hizo un cuestionamiento sobre la figura de Romero, a quien señaló como el supuesto “jefe del cártel inmobiliario” en la capital, e hizo referencia al expresidente Felipe Calderón, quien habló del ahora dirigente blanquiazul en su libro “Decisiones difíciles “, tildándolo de extorsionador.
Por todo lo anterior, es que nos preguntamos si habrá enmienda en el camino de la derecha mexicana, que hasta la fecha no solo configura el panismo, sino sus aliados, destacando el PRI de Alito Moreno, quien tiene casusas criminales en su natal Campeche, y un expediente para desaforarlo por la Cámara de Diputados. Del extinto perredismo, mejor no hablamos, por que desapareció de la escena política. Y del emecismo, solo se puede apuntar que carente de proyecto y presencia nacional, se convirtió en cofrade derechista unas veces si y otras también. En consecuencia, vuelve a resonar la frase -mutando derecha por reacción- atribuida al Benemérito Juárez: el triunfo de la derecha es moralmente imposible.
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