El chismorreo, emponzoñado con nuestra ira, una especie de asesinato
cortés por calumnia, también tiene sus satisfacciones para
nosotros. En este caso, no intentamos ayudar a los que criticamos;
pretendemos proclamar nuestra propia rectitud.
— Doce
Pasos y Doce Tradiciones, p. 74
Algunas veces no me doy
cuenta de que he chismorreado de alguien hasta que llega el fin del
día y hago un inventario de mis actividades, y entonces, mis
chismorreos aparecen como una mancha en mi lindo día. ¿Cómo podría
haber dicho tal cosa? El chismorreo presenta su fea cara durante un
descanso para café o una comida con mis asociados de negocios, o
puedo chismorrear por la noche cuando me encuentro cansado y me
siento justificado para reforzar mi ego a expensas de alguien.
Defectos de carácter como el chismorreo se insinúan en mi vida
cuando no estoy haciendo un esfuerzo constante para trabajar los Doce
Pasos. Tengo que recordarme que mi singularidad es la bendición de
mi ser, y esto se aplica igualmente a todos aquellos que se cruzan en
mi camino. Hoy, el único inventario que tengo que hacer es el mío.
Dejaré el juzgar a otros en manos del Juez Final — la
Divina Providencia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario