Fernando G. Castolo
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Ya en crónicas que existen de la fiesta del año 1877, el pintor Felipe Santiago Gutiérrez hace un somero bosquejo de estas Andas, concepto que adoptan estos cuadros bíblicos por trasladarse las pesadas estructuras en los hombros de varios hombres que andan con ellas por las calles de la ciudad. Estos hombres, en su mayoría indígenas, dice Esteban Cibrián Guzmán, eran contratados previamente por los respectivos donadores.
En una correspondencia que emite el entonces Tlayacanque de Zapotlán a la Mayordoma Estela Sánchez Navarro de Arias, en el año de la coronación (1957), le hace saber que los miembros de la Comunidad Indígena ya están prestos para cargar el gran trono Josefino, en una época en la que el resto de los cuadros bíblicos se desplazaban en las plataformas de las trocas, motivo por el cual se les empezó a conocer como Carros Alegóricos.
Lo cierto es que en ese año de 1957 ya no se les pagaba a los cargadores del trono, sino que se hacía como un acto de devoción al Santo Patriarca. Hemos revisado las Décimas hasta 1985, y en ninguna de ellas se hace mención sobre los cargadores. Habrá que observar el resto de estos carteles para identificar en qué momento aparecen como comparsa importante el grupo de cargadores dentro de la fiesta.
Hoy en día estos cargadores, llamados en algún tiempo estibadores, son un colectivo bien organizado, conformado por varones que honran a San José de esa forma, muchos de ellos integrados por tradición familiar y otros más por alguna manda (en nombre propio o de un tercero) o por agradecimiento. A pesar de la presencia y atractivo esencial que son los cargadores del Trono, no existe literatura que hable sobre su relevante papel en la gran procesión del 23 de octubre.
Sean estas humildes líneas un homenaje a su importante participación que hace lucir apoteótico el Trono Josefino, principal motivo que logra reunir a centenares de familias que se aglomeran en las calles por donde pasarán las Sagradas Imágenes irradiando bendiciones.
*historiador e investigador.
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